Grabación 14 (Parte 2)

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Adrenalina

No le bastó con salvar la vida de Hannah, también tuvo que salvar la de Christine.

No le bastó con salvar la vida de Hannah, también tuvo que salvar la de Christine

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Oye, yo estoy contando lo que pasó, yo debería decir la frase al inicio.

[¿Se te ocurre una mejor que esa?].

Uh... No... 

Bien. Pasó una semana desde que leí la carta.

No le había contado a nadie, ni siquiera a Franklin. Pero aquel secreto era demasiado como para guardarlo para mí. Necesitaba desahogarme, que alguien me escuchara y me diera su opinión sobre qué hacer.

¿Por qué no hablaba con Christine sobre eso? ¿Quién mejor que ella para conocer la verdad?

Sabía que debía hacerlo. Pero con el deterioro de la salud de Hannah, no me parecía el momento apropiado. Nuestras vidas estaban demasiado aporreadas como para ir y darle otro golpe más.

Pensé en Edith. Me hacía tanta falta hablar con ella, que me escuchara, que riera a través del teléfono y se quejara de cualquier cosa. Peor no la llamé ni le envié más mensajes; aún me quedaba dignidad.

Recuerdo que esa tarde estábamos todos en la clínica. Mi padre, don Valerio, la señora Jess, Valerie, Christine y Allen -que de hecho, acababa de llegar con pastelitos para todos-. No teníamos un motivo específico para estar ahí, no podíamos ver a Hannah, pero tampoco podíamos quedarnos en la casa de brazos cruzados. 

Christine tenía la cabeza afirmada en mi hombro y cada ciertos minutos la escuchaba suspirar. Me partía el corazón verla tan triste, pero no sabía qué decirle. Yo estaba igual.

—¿Quieres hablar de algo? —pregunté, intentando ser útil.

—Sí. Sí, uh... ¿Cómo va tu canal de Youtube?

—Bien. Cada día tengo más seguidores, aunque esta semana no he subido ningún video. No... no he tenido ganas de cocinar, mucho menos de grabarme haciéndolo. ¿Qué hay de tí?

—Uhm... La madre de Júpiter vio mis diseños y le gustaron, incluso me ofreció hacer una colección de ropa juntas —Christine no pudo evitar sonreír mientras hablaba, noté lo emocionada que estaba con eso y obviamente me alegré por ella. Sabía cuánto amaba diseñar prendas de ropa, y pese a que no me lo había dicho, estaba seguro de que quería ser diseñadora profesional.

—Eso es genial.

—Sí, no sé... Con todo esto no he pensado si aceptaré o no.

—Ceo que sí deberías hacerlo. Es una gran oportunidad, sé que tienes el talento para lograrlo.

—Gracias.

Christine sonrió y besó mi mejilla. La abracé y enterré mi nariz en su cabello.

Los principios de Oliver © ✔️Where stories live. Discover now