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¿Qué mirás mi cambiador?— Preguntó, viéndose nervioso ante la atracción de su hermana hacia el clóset.

¿Qué tenés ahí?— Camino hacia el lugar mencionado, hasta que...

Mirá, yo traje un gato que encontré en la calle. Ni bien le digas a mamá- — Se las arregló para dar una excusa, aún con lo nervioso que estaba.

¿Un gato? ¡Qué amor!, ¿A ver?— Interrumpió ansiosa, acercándose más al clóset de su hermano.

No.— La detuvo tomándole del brazo, en pánico.

Tocáme devuelta y vas a ver cómo terminás.— Se soltó bruscamente, viéndole con aquella mirada amenazante de hermana mayor.

Bueno...— Encogió los hombros intimidado. Su corazón latía fuertemente a lo que la chica giraba las perijas de las puertas del mueble, pero para su sorpresa, cuando la chica abrió dicho clóset, el desconocido se había esfumado, como por arte de magia ya no estaba.

¿Dónde está ese gato?— Se puso a mover las prendas del jóven a lo que indagaba en búsqueda del animalito.

Choi por su parte miraba por todos lados, aterrado. Hasta que miró hacia sus pies y el minino estaba justo detrás de él, rozándose cariñosamente.

Soo, no lo encuentro.— Comentó la hermana del chico, quien justo antes de que ella volteara echó abajo de su cama al animal que estaba detrás suyo de una patada, ágilmente. El gato soltó un chillido ante la acción del chico.

No me digas...— Habló tratando de distraer a la chica, quien claramente había oído el sonido hecho por el animal.

Pará que creo que escuché algo.— Giró su atención hacia la cama del menor.

Ya está, se escapó... ¿Para qué seguir buscándolo?— Cambió el contexto.

A mí no me mentís, ¿Por qué no querés que lo vea? ¿Eh?— Fastidiosamente, apretó las mejillas de su hermano y rió ante la nerviosa mirada del mismo.

¡Arin, vení acá! ¡Sacáme a tu perro pulgoso de mi sofá, dale!— Se oyeron los gritos de la mamá de ambos, quien se encontraba cocinando en la otra habitación.

Ay dios... ¡Ya voy, pará un minuto!— Dijo a lo que salió de la habitación. Ni bien la chica hizo lo mencionado, Soobin corrió a cerrar la puerta nuevamente.

Cuando volteó, vio al desconocido de la nada sentado en su cama. Viéndole con una mirada de angustia y frustración, Choi aún no comprendía nada.

¿Volviste?— Comenzó a acercarse y notó el moretón que el otro chico tenía en su mejilla. —Ay, ¿Qué te pasó?— A lo que se acercaba oyó los gruñidos del otro chico, cosa que le extrañó a tal punto que retrocedió dos pasos.

Vo'... Vos no mordés, ¿No?— Cuestionó ante los raros comportamientos del contrario.

El otro no dijo una palabra ante la pregunta de Choi, simplemente le quedó viendo directamente a los ojos, un hábito que a Choi le resultaba familiar. ¿Quién le observaba así? Su gato.

Che, yo a vos te conozco.— Se sentó junto al mayor, quien ahora le miraba con terror por la cercanía que tenían de repente. —Sabés que te parecés a mi gato...— 

Ga.— Se pronunció el chico.

Gato, sí.— Le corrigió Choi, viéndole con el ceño fruncido, expresando su confusión.

Mi gato dijo concha.Where stories live. Discover now