Las hermanas Ángeles, trillizas con tantas
similitudes, pero cada una única en su forma de ser, después de un duro golpe de la vida vuelven a reunirse tras años de distanciamiento. Juntas luchan por recuperar el tiempo perdido, por volver a ser las...
La casa totalmente decorada pero con la pena de no estar del todo bien con mis hermanas. La tensión era mayor entre Nubia y Natalia, mi corazón se estremecía al ver como se evitaban y yo pues trataba de darles su espacio.
Con mis sobrinos todo se iluminaba, el ambiente junto a ellos era distinto, alegría y paz, eso nos transmitían esos dos lindos seres.
Yo después de todo lo sucedido no lograba conciliar el sueño como antes, desde temprano estaba despierta y esa mañana me arreglé con la intención de desayunar fuera, en otro ambiente, pero un mensaje de Belén donde me invitaba al parque con Kira cambió por completo mis planes.
Agarré las llaves de uno de los autos y salí con emoción a encontrarla. El tráfico y mi poca paciencia a la hora de conducir (sumando lo nerviosa que me sentía por ver a Belén) no era la mejor de las combinaciones pero ¡llegué!
— Perdón por la demora...
— Tranquila, sé que el tránsito en esta ciudad se pone insoportable a veces y más en estas fechas — dijo Belén sonriendo.
Esa mañana se encontraba divina, con un brillo fascinante. Lucía unos jeans y un abrigo azul que hacían juego con el color de sus ojos. Su pelo suelto al natural y sin pizca de maquillaje, parecía otra pero me encantaba esta versión. Mejor dicho, me encantaban todas sus versiones.
— Estás muy bella.
— Ay Nicole, no te burles. Mira que no tengo nada de maquillaje, en cambio tú sí estás muy linda.
— Hablo en serio Belén, eres muy bonita — carraspeé mi garganta al notarla bajar su mirada algo apenada — y Kira ni hablar, es una preciiiosa —me agaché para acariciarla.
— Bueno ¿caminamos? Está haciendo mucho frío y allá adelante venden un café muy rico — propuso.
— ¡Vamos!
Le dimos la vuelta al parque caminando mientras tomábamos café y no se equivocó, estaba delicioso. Me platicó de su trabajo y de lo mucho que lo disfrutaba, sus ojos brillaban al hablar de su pasión por la cocina y a mí me encantaba escucharla.
Finalmente nos sentamos en el pasto donde jugué con Kira y les tomé una foto juntas.
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Sentí mi celular sonar y era un mensaje de Violeta el cual decidí ignorar por completo.
— ¿Y esa carita? ¿Pasó algo?
— Nada importante — negué — problemas que nunca faltan.