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Marcas de dolor.

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Despertó totalmente agitado, sintió el sudor recorrer su piel y la su corazón latiendo con frenesí. Se levantó de la cama agarrándose el pecho.

La oscuridad de la habitación y el silencio, lo único que se escuchaba era el sonido de las manecillas del reloj marcando las 12:30 A.M al lado de su mesita de noche.

Volteo su cabeza y por la ventana observo las estrellas adornando el cielo. La garganta seca y las inmensas ganas de llorar.

Ya habían pasado cinco meses desde su desafortunado "accidente". Aquel día que lo marcó de por vida y lo dejó con varios traumas.

Cerro los ojos con fuerza intentando hacer que su pecho dejara de subir y bajar, las manos le temblaban y eso lo frustaba aún más.

- No soy un cobarde. . . - se dijo así mismo, aun podía sentir las gasas en los costados de su boca. Era un efecto fantasma pues aquella blanca y suave tela que cubría sus heridas ya no se encontraba sobre su piel - Soy valiente. . . Si. . . Soy valiente - dos días desde que el médico se las había retirado.

Aún recuerda cómo reaccionó cuando el doctor que lo atendió le dio un espejo y en su reflejo pudo verlo. Su vida totalmente arruinada. No iba a negar que cuando desperto en el hospital y ver a su hermano junto a él con unas profundas ojeras y la mirada llena de preocupacion se sintió reconfortante. Aún estaba con vida, ¿pero a que costo?.

Varios días en el hospital y el intenso dolor en su boca, no fue hasta que el médico que explico que las heridas eran demasiado profundas y delicadas que su estado emocional comenzó a decaer. Iba a tener marcas permanentes.

¿Que mierda había echo mal como para merecer eso?.

Volvió a acostarse en su cama intentando volver a dormir. Se removio varias veces entre las sábanas con incomodidad intentado buscar una posición para dormir. Cerraba los ojos y el rostro de aquel cruel hombre que lo había torturado aparecía en su mente.

La puerta de su habitación se abrió y entre las sombras apareció Takeomi con un vaso de leche tibia.

- Te escuche despertar - la voz con angustia disfrazada de calma y tranquilidad - ¿Aún te duele?.

La luz de la habitación fue encendida iluminando cada rincón y el ojiverde tuvo que sentarse. El pelinegro aún no se acostumbraba a ver la nueva apariencia de su pequeño hermano, no iba a decirlo en voz alta pero sentía un profundo dolor al ver los ojos sin vida de Haruchiyo.

El peliblanco sólo se dedico a negar con la cabeza sin pronunciar palabra, no tenía el valor de ver los ojos llenos de dolor de Takeomi.

- ¿Duermo contigo esta noche? - dejó el vaso de leche tibia en la mesita de noche y con cuidado se acercó hasta el menor para limpiar su frente mojada de sudor.

Haruchiyo le dio un manotazo alejandolo, dejó caer su espalda en la suavidad de la cama y con brusquedad movió las sábanas para taparse por completo hasta la cabeza. El mayor observó con tristeza su mano que había quedado en el aire, unas cuantas lágrimas asomándose por los ojos y una pequeña inhalación de aire antes de poder hablar.

𝐒𝐢 𝐦𝐞 𝐚𝐦𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐬𝐨𝐲 - 𝐒𝐚𝐧𝐳𝐮 𝐱 𝐌𝐢𝐤𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora