Capítulo 7

833 86 12
                                    

Daven dormía a lado de su madre, al igual que Elina a lado de su padre. Si bien la madre de Daven, Dagny, se había opuesto a ir en el mismo barco que Kaysa, ya que pensaba que lo que había pasado era en parte su culpa, al final su hijo la pudo convencer.

Elina había tardado mucho en dormir. No habían podido salvar a su madre, y eso la atormentaba. Pero no culpaba a Kaysa, sabía que ella no tenía la culpa, culpaba a Maran. Maran tenía la culpa de todo lo que había pasado, y lo iba a pagar.

Glat sabía que las cosas que había hecho su padre estaban mal, pero, era su padre, y, siempre le tendría cariño. En su mente, Glat se culpaba por lo que había pasado. Debió haberse dado cuenta de que su padre no tenía buenas intenciones, debió decirle a Einar cuando tuvo la oportunidad. Debió hacer algo, ¡lo que sea!

—¿Glat? —Kaysa se puso al lado de Glat, quien estaba al borde del barco viendo el agua— ¿Por qué lloras?

—¿Qué...? —Glat no se había dado cuenta de que estaba llorando— No pasa nada, solo... No sé. Es una buena forma de liberar tensión, creo. ¿Nunca te has sentido así?

—No. Solo lloro cuando tengo miedo o estoy muy triste. Pero, aunque me siento así, ahora no tengo ganas de hacerlo.

Kaysa sabía que Glat no estaba bien, pero no sabía que hacer. Elina tenía a su padre, Daven a su madre, ella tenía a su padre y tía, pero, ¿que pasa con Glat? Por lo que ella sabía, su madre murió a causa de los dragones, y su padre había causado la destrucción de Bran. ¿Cómo podía levantarle el ánimo?

La pequeña sonrió y miró a Glat, quien la había dejado de mirar para volver a sus pensamientos. Dio un paso hacia el mayor y lo abrazó. Glat se sorprendió, pero, a los pocos segundos, devolvió el abrazo y no pudo evitar soltar unas lágrimas.

—Está bien, Glat —dijo Kaysa con tranquilidad—. Puedes llorar.

Glat resistió todo lo que pudo, pero al final lo hizo. Lloró mientras era abrazado por Kaysa. ¿Quien hubiera imaginado una escena así? Un niño de nueve siendo consolado por una de seis.

Kaysa no sabía lo que pasaba por la mente de Glat, pero sí sabía que él no debía preocuparse tanto, ya se lo habían dicho su padre y tía cuando había empezado sus escapadas al bosque: “No es bueno que alguien de tan poca edad se preocupe de más. Debes divertirte, jugar con tus amigos. Deja que los adultos se encarguen del resto”

Por su parte, Glat se sentía más calmado. Nunca pensó que un abrazo le hiciera sentir tan bien, de hecho, no recordaba la última vez que alguien lo había abrazado con tanto cariño, y eso le hizo sacar más lágrimas, pero de alegria. Tristeza y alegría, emociones que no había sentido al mismo tiempo.

Nilsa, quien había visto la escena desde el timón, sentía un nudo en la garganta. Las situaciones que habían pasado, todas las emociones confusas que debieron sentir... los niños no debían pasar por eso. Kaysa ni siquiera debía empezar a entrenar si no hasta el siguiente año, pero, seguro que cuando lleguen con él, la querrá empezar a entrenar cuánto antes.

Cuando llegó la noche, Nilsa se encargó de meter a Kaysa y a Glat en cama, pues se habían quedado dormidos y se mecían junto con el barco. Nilsa estaba por volver a subir, pues no podía dejar el timón mucho tiempo, pero un quejido de dolor le hizo detene.

—Nilsa... —La voz de Einar apenas se escuchó— Kaysa... ¿Dónde está... Kaysa?

—Tranquilo —Nilsa se apresuró a ponerse a su lado—. Kaysa está bien, estamos bien Einar. Nos dirigimos a-

—No —interrumpió Einar—. Maran, él nos va a seguir...

—Y estaremos listos. Por ahora, solo descansa, tienes que sanar y entrenar a Kaysa —El pelinegro se trató de levantar, pero Nilsa lo sostuvo—. Einar, descansa o no sanarás bien.

Entiendo a los dragonesWhere stories live. Discover now