7 - Esa chica es una...

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Ya podía ver la escuela ante mis ojos, cada vez acercándome más. En varios pasos ya estaba frente al portón

—Buenos días, buenos días— recargando su brazo en el portón recibía a todos la conserje Janet.

Encargada de limpieza y la seguridad de los estudiantes.

—Buenos días— dije cuando fue mi turno de cruzar.

—Señorita Azul muy buenos días tenga usted guapa— me respondió simpática.

La conserje Janet me conocía directamente porque se llevaba bien con mi mamá, ellas asistían al mismo grupo de iglesia y de vez en cuando tomaban café juntas con otras señoras de más.

—Igualmente— respondí sin poder evitar tener un pequeño sonrojo por su simpatía.

Cambio totalmente la expresión de mi rostro cuando veo venir hacia mi a David, mientras agita su mano de un lado a otro.

—Azulita, buenos días— me alcanza quedando frente a mi y bloqueado mi paso y me da un abrazo.

Usó demasiada fuerza, me presionó contra él y sobó ligeramente mi espalda. Hasta ahora nunca me había abrazado, pero no me gustaban nada los abrazos, quería darle un empujón y alejarlo para finalizar el abrazo pero si bien, no éramos el centro de atención, algunas personas nos estaban viendo por lo que no quise verme chocante o mala si no le correspondían a su abrazo así que solo me quedé quieta y esperé a que me soltara.

Finalmente se separó de mí y cuando visualicé su rostro se veía demasiado feliz.

—Azulita, siempre llego algo tarde pero hoy me levanté a tiempo y pude llegar temprano pero que bueno porque así pude recibirte— habló.

Sin saber que decirle reí bajito de manera incómoda, David se quitó de enfrente y se colocó a mi lado para empezar a caminar hacia el salón.

—¿Quieres que cargue tu mochila?— ofreció.

—No hace falta— contesté rápido.

—Oye y, ¿Hiciste las tareas?.

—Aa, si. 

—Yo también, Leydi me pasó la copia por mensaje, si tú no hubieras hecho la tarea yo te las hubiera pasado, sabes. 

Que tramposo, maldito.

Entramos al salón y por suerte no había nadie, suerte porque si hubiese habido alumnos empezarían a molestar más con que era mi novio y bla bla.

—Somos los primeros— dijo David.

Me fui a sentar en mi lugar y que bueno que las bancas de cada quien en el salón ya son determinadas porque estoy segura que si fueran de elección libre David me habría seguido para escoger la silla de mi lado como permanente.

—Azulita y que tal te-

David venía hacia mi lugar, pero fue interrumpido por una voz, Antonio, uno de los de la bandita de amigos de David, había llegado.

—Ey, David tienes la tarea de historia, la necesito urgente o reprobaré— entró.

Salvada.

—Oh, si, ya te la paso.

Por suerte más compañeros fueron entrando hasta llenar el salón, seguido de ellos, el profe de historia quien nos daría la primera clase.

***

—¡Te escribiré por mensaje!. 

—¡No te olvides de nuestro trabajo en equipo!. 

—¡Cuídate!. 

[✓] BullyingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora