Día 6: Fantasía

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Más allá del sendero, en lo profundo de mis memorias | Segunda parte

Mark apartó la vista del ave al escuchar el llamado de Tara, le esperaba un día agitado con las festividades del pueblo, así que trataría de no pensar más en el asunto.

El cuervo lo observó marcharse, soltó un graznido y en un parpadeo desapareció.

.

Raven abrió los ojos, poco a poco siendo consciente de que ya no estaba en ese colorido lugar. Al acostumbrar su vista, reconoció su oscura y aburrida habitación. Soltó un largo suspiro, pues le hubiese encantado quedarse cerca de Garfield un poco más, viéndolo disfrutar del raro evento que tendrían los humanos ese día, pero para su pesar, una vieja conocida había llegado de visita.

—Por estas cosas es que los humanos tienen puertas—exclamó algo enfurruñada cuando dejó su pieza y salió al encuentro de una sonriente bruja.

—¿Interrumpo algo? —soltó con clara burla la mujer, consciente de lo que su querida amiga hacía.

—¿Qué quieres, Zatanna?

Raven había dejado atrás a la mujer y caminó hacia la chimenea. Al haber estado tanto tiempo junto a Garfield, se había olvidado del frio clima que había en su propio hogar.

—Saludar a una hermana.

Raven chasqueó la lengua y comenzó a abrigarse más con su túnica. Zatanna se acercó al fuego con ella y también se sentó en el suelo.

—Pronto volverá, ¿no es así?

Quedaba implícito a qué se refería, pues ella era muy conocedora de la situación en que Raven se encontraba.

—Está muy lejos, no lo hará.

Zatanna negó ante esa respuesta y pareció tomarse un momento para comenzar a hablar.

—Sabes que el hechizo cada vez funciona menos, por eso lo alejas más. Quizás, esta vez podrías dejarlo volver.

Raven no dijo nada, tan solo negó con la cabeza, esa no sería ni la primera ni la última vez en que su amiga le aconsejaría al respecto.

—Es tu familiar y tu magia es muy poderosa, simplemente es inevitable.

Raven agachó la vista, también consiente de esa información.

Sabía que Zatanna tenía razón, sabía que solo estaba atrasando lo inevitable. Siempre que pensaba en ello, no dejaba de maldecir el día en que cedió ante el torpe chico.

Ni siquiera comprendía porqué le había salvado aquella noche. Pudo haberlo dejado ser devorado por esas idiotas bestias, ella no tenía ninguna cuenta pendiente con ellos. Pero en cambio, se había arriesgado, y como resultado, incluso el muchacho había salido lastimado. Y todo gracias a su magia maldita.

Raven era un peligro para todos y para sí misma, eso siempre lo había sabido. Y ahora, había permitido a un humano entrar hasta sus dominios, e incluso a su corazón.

Maldición, Garfield había invadido todo lo que ella tenía. Incluso ahora debía compartir su desastrosa magia con él.

Pero no era culpa del rubio y su necedad, si no de su propio egoísmo. Ella sabía mejor que nadie qué significaría para Garfield volverse su familiar. Él bien podría haber muerto al inicio del ritual, pero ella lo había arriesgado todo con la esperanza de lograr un infantil anhelo: Dejar atrás la soledad. Se había vuelto adicta a la cálida sensación que la compañía del otro le producía y no quiso aceptar que terminara tan pronto.

La vida humana era corta, y aún más si se había estado en contacto con su horrible magia. Garfield había firmado su sentencia al haber aceptado quedarse con ella. Aunque el hombre no lo notara, su vida se había estado acortando. Si ella no hubiese aceptado, el chico pronto no habría despertado.

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