Tras llegar a la isla del tesoro, parte de la tripulación queda petrificada tras la aparición de el enemigo de aquella isla. Senku junto al equipo de exploración, deberán de jugar bien sus cartas para poder salvar a sus amigos y encontrar el tesoro...
—¿Que diantres es esto?—Cuestionó Senku confundido al recibir el extraño mensaje luego de que unas horas antes les enviaran un pequeño artefacto de cuatro ruedas para que les enviara un mensaje.
Mientras ellos trataban de descifrar el mensaje, Mirai notó que Taji se encontraba aún sentado en la orilla de la cueva junto al agua mirando su reflejo, Por lo que se acercó a él y le llamó por su nombre. —¿Taji?
—¡Mirai!—respondió sobresaltado limpiando rápidamente las pequeñas lágrimas que empezaban a rodar por sus mejillas—, había visto algo en el agua pero al parecer escapó—habló con una sonrisa esperando que eso calmara su preocupación pero no funcionó.
—Ambos sabemos que eso ya no funcionará—dijo molesta sentándose a su lado—, ahora somos hermanos y no es justo que trates de apartarme en momentos como este.
—...Tienes razón, es sólo que... es extraño estar separado de mis hermanos, de Magma y de Nyoko—confesó Taji con una sonrisa triste—, realmente los extraño mucho. En especial a mi papá.
—Debió de ser dura su perdida, no me imagino lo doloroso que fue para ustedes—confesó con tristeza.
—... Magma nos contó una vez que nuestro papá solía ir a pescar sólo cuando todavía éramos muy pequeños, decía que le gustaba oír al mar hablarle, aunque sólo era por un par de horas hasta que volvía con la pesca para la hora de la comida.
Taji sonrió recordando aquella agradable vez que él y sus hermanos estaban practicando lo aprendido con Nyoko, hasta que su papá y Magma entraban por la puerta de la pequeña casa.
—¡Papá!—gritaron en unísono los tres hermanos llendo al encuentro de Ónix y Magma. Nyoko por su parte, sólo giró medio cuerpo y sonrió, extendiendo sus brazos a Magma, quién dejó la pesca y la abrazó con fuerza.
—La pesca fue muy buena hoy—comentó Onix separándose de sus hijos y colocando la canasta cerca del fogón—Magma, encárgate de los niños hasta que Nyoko y yo preparemos la comida.
—Bien—comentó antes de separarse de Nyoko, recibiendo un pequeño beso en su mejilla, saliendo con los niños a jugar.
—Me sorprende que siga teniendo energía—comentó Ónix escuchando una pequeña risita de burla de Nyoko, que al girar a verla, entendió lo que sus manos expresaban respecto a lo que dijo—, ya me gustaría tener esa energía—finalizó y se acercó a su amada, ayudándola a pararse, quedando cerca el uno del otro, conectando así sus miradas—, Me alegra ser tu esposo.
Nyoko asintió y colocando sus brazos alrededor del cuello de su amado, acercó su rostro al de el para depositar un tierno beso muy cerca de la comisura de su labios.
—¡Yo tambien quiero un beso de Nyoko!—exclamó Hisui entrando a la casa junto a sus hermanos, seguidos de Magma que se excusó con que ya tenían hombre.
La escena fue muy graciosa que ambos jóvenes se rieron y abrazando y llenando de besos a los niños, empezaron a preparar la comida con su ayuda.
—Ese día fue muy gracioso y casi nos quedamos sin comer de no ser porque nuestro padre agarró rápidamente la olla antes de que tocara el suelo—finalizó Taji la historia con un pequeño suspiro.
—Me hubiera gustado conocerlo.
—A mi también me gustaría que te conociera, seguramente te habría acogido como lo hizo Nyoko. El era muy trabajador y amable, y hay días que pienso que un día podría entrar por la puerta, y que todo lo que pasó tras su accidente, sea un simple ilusión—sinceró Taji con una lágrima traicionera que rápidamente fue limpiada por el dorso de su muñeca.
—Sabes, también extraño mucho a mi hermano, el siempre estuvo para mí, cuidandome mientras yo estaba enferma. No sé cuánto tiempo pasó pero cuando desperté, me di cuenta que pasaron varios años desde que quedé en cama.
—Al menos sabemos que volverá, Senku lo logrará y estoy seguro de ello—sonrió optimista posando su mano en el hombre de su hermana—, y cuando eso pase, Estoy seguro que Nyoko le recibirá con los brazos abiertos, después de todo, eres nuestra hermana.
—Si—afirmó con una pequeña sonrisa—, deberíamos volver con los demás antes de que se enteren que estás alejado.
—Tienes razón—dijo mientras ambos sacaban los pies del agua—...Mirai.
—¿Si?—preguntó antes de empezar a caminar.
—Gracias, hablarlo resultó ser muy bueno.
—Para eso están los hermanos—respondió con una sonrisa antes de hablar a su hermano para ver lo estaban por construir los demás.
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