The children's forest. (Parte única)

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El viento que soplaba era frio y hacía que las hojas de los árboles del bosque se sacudieran con fuerza cayeran al piso crujiendo y rompiéndose al pisarlas.

La luna brillaba en su máximo esplendor permitiéndole a aquel hombre ver su camino con claridad sin tropezarse.

Era noche de Halloween, una noche algo atareada para él pero que le gustaba porque realizaba lo que le gustaba: recibir a nuevos miembros.

Halloween es una noche que podemos disfrutar como niños y, si somos adultos, podemos ver a los niños divertirse por nosotros. Disfrutar sus risas, como brincan por felicidad y tocan puerta en puerta para recibir dulces que prontamente les ocasionarán caries en los dientes. Sin embargo, es la noche donde pueden suceder muchas cosas.

Aizawa Shota, un hombre que falleció de una manera cruel, se encarga de recibir las almas de los niños que llegan al bosque sin saber qué hacer y les ayuda a vivir de su nueva manera en su nuevo hogar.

Al principio era difícil hacer esa tarea pues de alguna manera podía ver momentos antes como fallecían. Tras años de realizar aquello se acostumbró a ese dolor que aparecía en su pecho cada que recogía a un niño. Aprendió a detestar a la raza humana con cada fibra de su ser.

Ahora, con pocas horas para la llegada del amanecer, se dirigía a un árbol específico en el bosque donde un nuevo niño estaría asustado buscando a sus padres sin tener éxito.


En el camino pudo planear donde estaría a salvo ese nuevo niño. Tras años de hacer aquello pudo salvar a mucho niños y estos decidieron aceptar su nueva vida con nuevas responsabilidades y reglas que acatar. Cada uno después de cierto tiempo le agradeció su ayuda y se marchó a otro lugar del bosque para arreglárselas por su cuenta. Se sentía orgulloso de sí mismo y por aquellos a quienes ayudó a diferencia de los tiempos cuando su corazón latía aún.

Sus ojos se encontraron con un pequeño bulto blanco debajo de un árbol en un intento de cubrirse del aire frio de la noche. Temblaba y a pesar de que se encontraba a poca distancia escuchaba sus dientes castañear.

No quería asustarlo más de lo ya estaría, así que primero tanteó el terreno.

-¿Estás bien?- Preguntó primero antes de acercarse completamente a aquel chico.

El niño prestó atención al adulto que le hizo la pregunta escondiendo fallidamente sus lágrimas que no dejaban de caer de sus ojos con un extremo de su disfraz.

Aizawa lo observó detenidamente desde su posición. Era un chico que quizás no pasaba de los catorce años. Mantenía cubierto su cabello con su disfraz de fantasma y a un lado suyo permanecía su calabaza llena de dulces que pidió en la noche. Fue triste verlo de aquella forma, no merecía lo que le sucedió. Ninguno de los que estaba en aquel lugar lo merecía.

Necesitaban estar con sus familias que los estaban esperando desde hace años, meses, días, horas y minutos como el niño frente a él.

-Me perdí y...- Sorbió por la nariz.- No sé dónde estoy.- El montón de lágrimas volvieron a salir de sus ojos. Ya no le importaba llorar frente a un completo extraño. Quería regresar a su casa donde no tendría miedo.

Aizawa se acercó al chico y estando a su lado se sentó para hacerle compañía por un rato o al menos para poder distraerlo y de su mente salieran todos aquellos pensamientos.

-Puedo ayudarte a ir a tu hogar.

-¿En serio?- El chico por primera vez desde que se encontraron sonrió y en sus ojos verdes apareció un hermoso brillo aparte de las lágrimas.

-Puedo hacerlo, pero primero necesito saber tu nombre.

-Izuku. Mis amigos me dicen Deku.

-Es un nombre raro.- Deku agachó la cabeza un poco apenado. Por alguna razón, se sentía tranquilo estar a un lado de aquel hombre. Su serenidad lo tranquilizaba y algo le decía que podía confiar en él.- ¿Te gustan los fantasmas, verdad?

The children's forest (BNHA - AU).Where stories live. Discover now