Emma (editado)

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Primero que todo para contar esta historia deben de saber que me llamo Hayley y en los próximos momentos les explicare quienes son y cómo conocí a mis mejores amigos, fue una experiencia hermosa, rara y triste, pero déjenme decirles que valió completamente la pena.

Empecemos con Emma: la chica de que media un metro setenta y uno, la chica con los ojos grises más bellos que te podías encontrar, pero se oscurecían cuando lloraba, la chica que tiene cáncer y cree que es fea solo por no tener su cabello castaño, la chica a la que todos agreden con palabras hirientes como "calva" o "alíen", la chica a la que fue al hospital por depresión... lo cual le hace mal en su salud.

Emma era una chica alegre, pero debido a su enfermedad todos lo que alguna vez fueron sus amigos le dieron la espalda. Se podría decir que en algún pasado ella fue una persona importante en el instituto, pero la discriminaron por lo que le sucedió y se hizo una persona muy cerrada y callada. Ella me ha contado hace poco que desde el momento en que escucho mi voz preocupada le dio un sentimiento de confianza y de importancia a lo que le decía. Y eso me hizo sentir muy feliz ya que ni yo me tengo confianza e importancia a mí misma.

"Sentada en la mesa vacía de la cafetería que estaba al lado de los botes de basura, me encontraba yo feliz mirando la hamburguesa con papas que me esperaba. Hace como dos semanas que no probaba algo tan grasoso como eso, con respeto a la cocinera del instituto, claro. Sentir la textura acolchonada del pan en mis dedos fue una sensación maravillosa, después al inhalar el olor de tan majestuosa comida chatarra sonreí. Le di un buen mordisco a la hamburguesa, pero, a mitad del orgasmo que siento al sentir el buen sabor y sazón de tal comida, siento que algo no se despedaza bien y me dan ganas de vomitar ya que las cocineras no son del todo limpias que digamos.

Abrí los ojos como platos ¿y si era un pelo? ¿una cola de rata? ¿un condón? ¿mi dignidad acaso?

Con algo de valentía y reprimiendo los ascos, saque de mi boca la cosa asquerosa, era papel que ya se encontraba destrozado debido a mis dientes, pero se notaba la tinta corrida de este y se podía leer lo que decía.

Deja de comer maldita cerda, decía en el papel.

Escuche risas detrás de mí. Sabía que era Melinda con sus amigas.

Tire el papel al suelo y no llore, no quería verme débil enfrente de ella.

Solo la ignore.

En fin, hablemos sobre otra cosa en mi vida que me aburre decir: yo no tengo amigos en mi infancia porque lamentablemente... o no tanto, mi padre es un abogado exitoso que lo aclaman en diferentes lugares del país. Se preguntarán -o tal vez no- ¿Dónde está mi madre? Nunca la conocí, supongo. Se fue de casa cuando cumplí los tres años según se divorcio de mi padre porque quería seguir con su vida de fiestas, alcohol y drogas y era obvio que mi padre no le permitiría que hiciera eso enfrente de mí. No la recuerdo, ni la quiero recordar así que la tengo en mi lista negra.

Al terminar mi hamburguesa y mi refresco, sonó la campana indicando que era clase de historia, me levante con el empaque y la lata de refresco ya vacíos y los tire al bote de la basura.

- ¿Por qué no te tiras ya de una vez ahí dentro, Veeron? Donde perteneces, con la basura -dice Melinda en mi oído. Yo bruscamente me volteo hacia ella haciendo que Melinda se alejara unos pasos.

-Lo hare una vez me mate, es más, tu echaras mi cadáver a la basura. ¿Ese es tu sueño? ¿No? -ironice sarcásticamente y ella solo hizo una mueca de desagrado.

-Ni loca toco a una cerda muerta -dice ella, poniendo los ojos en blanco- en fin, ¿no tienes clases tu o te saltas las clases?

En eso recuerdo... LA CLASE DE HISTORIA. Me apresure a tomar mi mochila en la mesa donde la deje y corro hacia afuera de la cafetería chocando con un par de personas que me insultaron con los usuales "anoréxica" "necesitas correr mas maldita gorda". Les dedique una sonrisa sarcástica a cada una de las personas a las que me decían cualquier cosa agresiva. Al ver el nombre del aula B-7 "Historia" lamentablemente, el profesor ha cerrado la puerta y me había dejado fuera. Maldito desgraciado.

El club del bullyingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora