01

461 75 125
                                    

| In silence — Janet Suhh |

Miraba hacia arriba y luego observaba a mi alrededor. Estaba sola, caminando hacia el final del pasaje. Habían sido unos meses muy catastróficos, dejé mi psicólogo y me comencé a medicar para poder dormir. Las noches eran más difíciles una tras otra, no había remedio para mi inmenso insomnio. A veces pensaba si era esta la vida que había pensado tener con Sadie. De todas maneras, todo se rompió tan rápido que ni siquiera pudo terminar de planificar o ahorrar para esa pequeña tienda ropa que queríamos abrir juntas. Su muerte fue como una explosión, impactando a todo ser que la conociera mínima o intensamente, pedazos de memoria incrustándose internamente en nuestras pieles, pesándonos su ida.

Algunas cosas se tienen que romper para renacer dentro de la tempestad.

El vacío que había después de su partida era lo más horrible que pude sentir; Soledad, melancolía, rabia e impotencia.

Sujeté con fuerza la baranda, pasando mi pie encima del metal frio. Un vacío subió hasta mi garganta, las pastillas comenzaban a tener su efecto puesto que perdía el miedo a las alturas con cada minuto que pensaba si debería hacerlo o no. El helado viento de invierno me calaba hasta los huesos, las lágrimas se convertían en desesperación.

Era muy valiente o cobarde, ese es el asunto. No puedo hacerlo lucidamente, pero con solo el hecho de pensarlo, planearlo y ejecutarlo... me hacia ser una mujer valiente o asquerosamente cobarde al escapar de toda la mierda que tenía encima.

Una mochila de caos, pesándome cada día de mi existencia.

Cobarde o valiente....

—Yo... —Miré por ultima vez la noche que me rodeaba. Los pocos faroles encendidos y el banco de la amistad en donde me había sentado a llorar y decir adiós.—Lo lamento, Sadie... No pude salvarte, espero que la siguiente vida nos trate bien a ambas.—Susurré. Mis parpados pesaban, sabía que era el momento perfecto para dejar de ser tan cobarde y caer al rio.

Escuché pasos apurados que venían directo hacía mi dirección.

—¡No!—Gritó a pocos centímetros. Agarrando mi sudadera negra por el cuello y por mis brazos, pasándome de un tirón a la acera.

Quitó los cabellos de mi cara. Su vista asustada y aliviada era lo que no podía entender, perdí el miedo ya que me desmayé en sus brazos. Lo lamento, desconocido.

Lamento que hayas presenciado eso.


🌸🌸🌸🌸

El frio era más fuerte que antes, comenzaba a ser consciente de mi cuerpo. Los flashbacks se hicieron presentes y me levanté de golpe. Estaba recostada en las piernas de un desconocido, cubierta con lo que creo que es su chaqueta.

La cabeza me dolía completamente, sentía el estomago cerrado y unas ganas enormes de vomitar por el vértigo.

—Hasta que despertaste...

—Lo siento, se suponía que...

—¿En qué estabas pensando? —se acomodó en el banco. Observándome—, Por qué eres tan egoísta...

Miré hacia el suelo, no tenía palabras. No tenía el valor para verle la cara.

—Quizás no lo entiendas ahora, pero cuando alguien cercano muere le dejas una carga emocional a alguien más, tú solo tomas el camino más fácil dejando el peso a otra persona y así se va creando una bola de nieve.

Pellizqué mi dedo, no quería romperme a llorar ahí.

—¿Cómo sabías que estaba durmiendo?

Cuando la primavera llegueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora