Capítulo tres: Dejándose llevar

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—Te ves preciosa —alagó Roseanne Park, actriz y modelo de la misma agencia—

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—Te ves preciosa —alagó Roseanne Park, actriz y modelo de la misma agencia—. Nuestra bebé está creciendo tan rápido, quien diría que ya tiene 23 años.

La omega más baja soltó una risita suave.

—Bah, ya no exageres, Rosie. Tampoco tenemos tanta diferencia —se burló, haciendo sonreír a los demás invitados—. De todas formas, me alegra demasiado el que hayan organizado esta pequeña fiesta. En serio los quiero mucho.

—No te preocupe, Lisa. Nosotras te adoramos y siempre nos encargáremos de hacerlo saber con actos más que palabras —contestó Jisoo, bebiendo de un cóctel de naranja mientras observaba el reloj—. La noche es muy joven y me alegro que el CEO nos haya permitido hacer esto en la azotea del edificio.

—¡Sí! —chilló Rosé—. ¡YG nos ama!

—Vendrán idols solistas y de grupos, en especial tus amigas, Lis —Junkyu lloró dramáticamente—. Me pone sensible el saber que han contado conmigo para esta reunión.

—Claro que sí, bobo. Nos conocemos desde hace muchos años y más que compañeros de agencia, todos somos familia —aclaró Lisa, intentando ver de reojo si la alfa castaña se encontraba por ahí. Lástima que no la había ubicado por ningún lado, quizás no pudo asistir.

Las horas pasaron lentamente en medio de las bebidas y la música. Varios artistas comenzaron a llegar, dejando sus regalos y felicitaciones a la bella omega que llevaba (a insistencia de Rosé), una corona de flores de colores pasteles que hacía un contraste perfecto con su atuendo.

—¡Vamos Limario! —la alfa azabache intentó tomarla de la mano para que se uniera al baile.

—Oh, no, Jichu —negó, sentándose en uno de los sillones individuales—. Descansaré un poco y tomaré algo del bar, muero de sed.

Esta desistió, halando a Rosé para llevarla a la pista de baile junto a los demás. El ambiente era agradable y lleno de vida, las risas y el bullicio no eran expresadas de manera exagerada, eso a Lisa le gustaba. Su fiesta de cumpleaños iba bien de no ser porque a su mente llegaba cada cierto tiempo la imagen de su Unnie preferida.

Tomó el pequeño vaso que estaba en la mesa de cristal y sacudió su cabeza intentando dejar atrás los pensamientos, aunque sea por lo que restaba de esa noche.

—¡Jennie! —pero su intento de calma interna fue interrumpida cuando varios empezaron a corear el nombre de la alfa.

El aroma a café amargo se agregó al lugar, y unos orbes brillantes se toparon con los de la omega. Jennie se acercó inmediatamente hasta donde se encontraba ella, sacudiendo con una de sus manos su cabello (aún húmedo por la ducha) mientras que con la otra sostenía una pequeña caja.

—Ho-hola —intentó gesticular, perdida ante la imagen que la omega le estaba regalando. ¿Existía algún otro ser capaz de compararse con la belleza etérea de Lisa? La alfa realmente lo dudaba cuando frente suyo estaba la prueba más grande y real.

Why | JenlisaWhere stories live. Discover now