Capítulo 50

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Llevábamos 4 meses de casados y estábamos más enamorados que nunca. El bebé no había aparecido, intentábamos y prácticabamos casi a diario pero el bebé  venía con calma.
Era sábado por la mañana y estábamos acostados viendo televisión, ese se volvió nuestro plan favorito los fines de semana.
Despertar, hacer el amor, ver televisión hasta medio día, ir a almorzar y en la noche ir a bailar o a karaoke (y hacer el amor de nuevo). Aprendimos a vivir con la rutina y nos gustaba. La monotonía no es necesariamente mala cuando se vive con la persona correcta.

-Ramón- Juan contestó el teléfono. Ramón era el capataz de su finca- ¿Cómo así?.
-¿Qué Pasó?- pregunté sentándome. Él me mostró su mano para que esperara.
-Ya voy para allá- él se levantó- adiós.
-¿Qué pasa vida?- me levanté.
-Falta una vaca- agarró su toalla- no la encuentran y como mi papá no está…
-Te toca ser el responsable- él rió y se acercó a mí- ¿Qué dices?- me besó- ¿Fin de semana romántico en la finca?.
-Pero primero buscamos tu vaca- reí- Bañate y yo empaco nuestras maletas.
-Bueno mi vida preciosa- me puse mi bata y empecé a empacar nuestra maleta.

Allá hacía mucho frío, entonces empaque la ropa más caliente que encontré.

-Listo- él me besó, tenía el cabello húmedo y su toalla amarrada a la cintura.
-Me encantas-lo besé de nuevo- Voy a bañarme- me quité la bata y entré al baño.

Al salir él había sacado las maletas de la habitación y estaba preparando el desayuno.

-Te hice- me pasó- huevos, café, jugo de naranja y…
-Arepa- completé la frase y él asintió- Gracias esposo precioso- le dí un pico.

Nos sentamos a desayunar y al acabar salimos hacía su finca. Ya no veníamos muy seguido porque su trabajo no lo permitía. Pero este fin de semana (independientemente de que se presentó un problema) era festivo y él había tomado la decisión de ni siquiera pensar en el trabajo.

-Ramón- Un señor de bigote, no muy alto que traía una camisa de cuadros y botas pantaneras se acercó al carro cuando Juan bajó.

Al nuevo capataz yo no lo conocía, era relativamente nuevo porque el anterior compró su propia finca.

-Don Juan Pablo- dijo el señor acercándose al carro. Juan me estaba abriendo la puerta (Costumbre que aún tenía y me encantaba).
-Por favor, dígame Juan Pablo- dijo Juan sonriendo- Soy viejo pero no tanto- él señor rió- ella es mi esposa- me señaló.
-Mucho gusto, Isabella- le dí la mano.
-Bienvenida señora Isabella- me reí.
-Solo Isabella, por favor- respondí- yo sí estoy muy joven.- Reímos.
-Cuénteme Ramón ¿Qué pasó?-
-Falta la vaca pintada- Juan asintió- Esta mañana cuando fuí a contarlas no la encontré, no sé si se salió o la robaron- él señor se ponía nervioso cada que hablaba- y me da mucha vergüenza com usted porque me pagan para que esto no pase, pero anoche no se escucharon los perros ni nada.
-No se preocupe Ramón- respondí intentando calmarlo- Pueden revisar las cámaras ¿Verdad vida?.
-Si- Juan asintió- es un accidente, no es culpa suya.
-Gracias Don Juan Pablo-
-Vida, si quieren van y las miran mientras yo hago algo para almorzar-
-Mi esposa está en la casa señora Isabella- sonreí- ella puede ayudarle.
-Gracias-
-Ya nos vemos preciosa te amo- Juan me besó.
-Chao vida, te amo-

Entré a la casa y había una señora bajita y con el pelo negro barriendo.

-Buenos días- dije entrando.
-Buenos días- ella se giró.
-Soy Isabella, la esposa de Juan Pablo. Creo que no nos conocíamos- reí- es un gusto- estiré mi mano.
-Mucho gusto señora Isabella- ella me la apretó- estaba haciendo un poquito de aseo porque como no vienen hace rato había bastante polvo.
-Muchas gracias- sonreí- ¿Cuál es su nombre?.
-Gloria- le sonreí- que pena que no se lo dije.
-Tranquila señora Gloria- le contesté- Venía a preparar algo para almorzar.
-Yo lo preparo doña Isabella, no se preocupe- negué con la cabeza.
-No señora, usted debe tener cosas que hacer- le contesté- yo les preparo el almuerzo a todos.
-¿Segura?- asentí- Es que una señora tan elegante como usted, meterse a cocinar.
-¡Ay por favor!- me reí- ¿Está insinuando que no sé hacerlo señora Gloria?- ella soltó una carcajada.
-No señora- negó.
-Ya verá, les voy a preparar un almuerzo delicioso- me giré hacía la cocina.
-Es que yo no almuerzo acá señora Isabella- dijo acercándose
-Dígame Isabella solamente, por favor- ella asintió- ¿Por qué?
-Mi niña está de cumpleaños y quedé de cocinarle algo especial- abrí mi boca.
-No sabía que tenían hijos- ella asintió.
-Una niña solamente, debe estar jugando en la otra casa-
-Y ¿Qué tenía preparado?- reí- perdón, soy una chismosa.
-No pasa nada doña- abrí mis ojos- Isabella- ella rió- La verdad teníamos planeado hace rato hacer un viajecito a moniquirá y llevarla a piscina- asentí- incluso don Mauricio nos había dado permiso, pero las personas que íbamos a dejar de reemplazo nos cancelaron y primero la responsabilidad.
-Pero aún pueden viajar señora Gloria, nosotros podemos estar pendientes acá- le contesté- para que la niña tenga un feliz cumpleaños.
-¿De verdad?-
-¡Claro que sí!- contesté sonriente- Es más, yo los invito a almorzar.
-Ay no Isabella, como se le ocurre-
-Solo es una pequeña invitación, la niña merece un cumpleaños muy feliz y quisiera ayudar en eso. Además me encantan los niños- sonreí.
-¿Ustedes tienen hijos?- ella me preguntó.
-Aún no- contesté- El hijo viene con calma- ella rió.
-Cuando las cosas buenas tienen que pasar simplemente pasan- sonreí.
-Esa frase la dice tanto mi abuela- ella sonrió.
-Voy a traer a Mafe para presentarsela-
-Bueno- ella salió y yo saqué las maletas del carro y las llevé a nuestra habitación.
Llegó Juan Pablo.

Simplemente pasanWhere stories live. Discover now