Sangre - cap1

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PRESENTE :

Está por todos sitios. El charco de líquido rojo oscuro en el suelo se está expandiendo, se multiplica. Tengo sangre en los pies, en la piel, en el pelo... Casi puedo notar su gusto, olerla y sentir cómo me cubre. Me estoy ahogando, me asfixio con la sangre.

¡No! ¡Para!

Quiero gritar, pero no puedo inspirar suficiente aire. Quiero moverme, pero estoy atada y no puedo. Las cuerdas se me clavan en la piel al forcejear.

Sin embargo, sí oigo los gritos de Jackson. Son alaridos inhumanos de agonía y dolor que me desgarran por dentro y me dejan la mente tan desollada y mutilada como su piel.

Él levanta el cuchillo de nuevo y el charco de sangre se transforma en océano, la resaca me absorbe... Me levanto chillando su nombre con las sábanas empapadas de sudor frío.

Por un momento, estoy desorientada... y entonces me acuerdo.

Él ya no volverá a por mí.

El dolor es como la muerte en vida. Se roba la alegría, la esperanza y las ganas de luchar.

Algunos días son soportables, otros apenas puedo respirar, mientras me sumergo en un mundo de arrepentimiento donde nada tiene sentido.

Nunca sé cuándo llegarán esos días, solo que cuando me despierto, mi pecho se contrae y necesito correr. Necesito estar en cualquier lugar menos aquí, lidiando con esta vida.

Mi vida.

Ya han pasado tres años desde aquel suceso. Ese fatídico evento que acabó con todo en cuanto creía y conocía, pero aún no soy capaz de superarlo y no creo que logre hacerlo.

Me levanto de la cama por pura rutina, seguir con vida ya es un logro.

Engullo el desayuno en tanto buscó posibles entrevistas de trabajo. No queda mucho dinero, apenas lo indispensable para comer. Dentro de poco el casero vendrá buscando el alquiler del piso.

Necesito encontrar una fuente de ingresos urgentemente.

De camino a la estación del metro pequeños copos de nieve descienden sobre la cazadora azul que me protege del frío.

El invierno se ensaña con la ciudad de Nueva York. La nieve, fuerza colosal de la naturaleza, se adhiere a los rascacielos y rocea las calles con sus gélidos besos.

Estando a punto de llegar, el autobús frena en la estación, invitando a los pasajeros a adentrarse en él. Desesperada, corro inútilmente intentando darle alcance pero este cierra sus puertas y se pone en marcha.

Frustrada, me detengo y resbalo, cayendo contra la rasposa corteza de un árbol. Incluso a través de la gruesa capa de mi abrigo de piel, siento la punzada.

- ¡Mierda!- murmuro, frotando el ardor en mi brazo. Mis ojos se llenan de agua por el dolor físico.

La frustración me somete arrancándome un fuerte grito desde lo más profundo de mi garganta. Limpio mis lágrimas con los dedos congelados y tomo pequeñas respiraciones, calmando mi agitación.

Odio esto.

Odio llorar.

Entonces escucho un sonido. Pisadas en el suelo congelado. El crujido de las ramas al ser pisadas.

La curiosidad me invade y busco al causante de aquéllas pisadas. Un hombre alto, vestido todo de negro...camisa negra con chaqueta y pantalones negros de vestir, toma asiento en el banco bajo mi árbol con la red de ramas vacías.

Le escuchó hablar por teléfono en un idioma que no se identificar en un primer instante. Se vuelve en mi dirección revelando una masa de cabello negro iluminado por la luz del Sol.

Es largo y ondulado, casi llegando más allá de su nuca y tocando sus hombros, su mirada conecta con la mía y siento un escalofrío recorrer mi cuerpo.

- Pero mira que tenemos aquí.

Me levanto sacudiendo la nieve de mis vaqueros. Preparada para correr si es necesario. Si algo he aprendido es a confiar en mi instinto y este tipo no me agrada.

No le conozco pero presiento que el a mí sí.

Mala señal.

Parece que no importa cuantas veces cambie de país...o de identidad. El pasado siempre vuelve a por mí.

"𝙵𝚛𝚎𝚎 𝚝𝚘 𝚍𝚎𝚌𝚒𝚍𝚎" (+18)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن