1- Nuevos y no tan nuevos comienzos

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―Aun no me puedo creer que me hayas hecho esto.

Dejé caer la última caja al maletero, bajando la puerta de este justo a tiempo de que mi madre sacase las manos de las cajas. El golpe sordo se escuchó en sintonía con su mirada asesina, cosa que no me inmutó.

―¡Birdie! ¡Podrías haberme cortado la mano! ―reclamó, siguiéndome.

―Bueno, podríamos haber dormido en el hospital en vez de en esa casa, no es mal plan. ¿Volvemos a repetirlo, pero sin que saques la mano? ―frené en la puerta del piloto, con cara de fastidio. Ella pareció ofendida.

―¡Se acabó, no quiero más esta actitud!

La ignoré entrando al coche, a lo que ella no tardó en sentarse en el lado de copiloto. Siempre lo hacíamos así, si ella había trabajado yo conducía, pero si ella libraba, conducía ella. Por suerte trabajó anoche de guardia en el hospital y yo podía despejarme conduciendo hacia la casa de los Donovan.

El grandioso doctor Donovan y la doctora Stokes, la puñetera pareja del año, del hospital, del consejo de medicina, de la ciudad y de todo.

―Es que es muy fuerte...¡muy fuerte, mamá!

―¿Se puede saber que mosca te ha picado?

Justo llegamos a un semáforo, lo que aproveché para mirarla. Ella palideció.

―¡Has vendido nuestra casa para hacer que seamos nosotras las que nos mudemos!

Sus mejillas comenzaron a teñirse de rojo ante mi mirada, pero no bajé la intensidad. Estaba demasiado molesta.

―Ya sabes que tu tío llevaba años pidiendo que le vendiese la casa...¿qué querías que hiciese? Al final es mi hermano y...bueno, la casa de Jordan es más grande que la nuestra.

―La nuestra era perfecta.

―Para dos personas, Birdie. La suya es apta para cuatro, incluso para más... ―la miré con una ceja casi en el espacio, a lo que ella terminó por ponerse como un tomate―. ¡No, no es en ese sentido! ¡Me refiero a que estaremos mejor y el tío Pete estará feliz!

Un pitido procedente de atrás me sacó la mirada de mi creadora. Genial, semáforo en verde. Observé por el retrovisor al vehículo cuyo conductor me hostigaba, mientras que pasaban coches por el carril contrario, impidiéndole adelantarme. Volví a mirar al semáforo y esperé un poco más, metiendo primera y soltando el pie del embrague, hasta que la luz se volvió amarilla, que fue cuando arranqué por completo. Saqué el dedo de en medio por la ventanilla al conductor que esperaba en el semáforo, de nuevo en rojo, para luego volver a subirla.

―Eso ha sido horrible, y de no tener educación. Desde luego, no sabía que pudieses ser tan irritable.

―Tú me irritas, mamá ―la corté―, y me importa una mierda que el tío Pete sea feliz, o que viva a veinte minutos andando, me da igual. Lo que me molesta es que se haya quedado con mi casa y que yo tenga que ser la que se mude a una casa desconocida con gente desconocida.

Bueno, desconocida.

Ella guardó silencio tras un potente suspiro, dejando el coche en un incómodo silencio.

En el fondo yo era consciente de que el único motivo por el que no me podía alegrar que mi madre rehiciese su vida era única y exclusivamente el con quién. Pero no porque Jordan no me guste, porque si me gusta para ella, sino porque su romance encubierto había destrozado el mío.

Wyatt me estaba empezando a gustar de verdad y yo estaba dispuesta a intentarlo. Por eso le pedí ir al cine. Si eso no era una cita, ¿qué lo sería? Y es que encima él aceptó, él estaba ilusionado también...y todo podría haber salido muy bien. Quizá hoy, un mes después, seriamos una pareja normal.

El cuento que nos salvó | COMPLETA✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora