Cuatro

1.2K 121 60
                                    

Al final ambos chicos pudieron dormir, al otro día no había entrenamiento así que se tomaron el lujo de dormir unas horitas de más. Más tarde se levantaron y decidieron ir a comprar unas cosas para cocinar, ese día tenían ganas de comer pizzas.

Después de comer tan mal tendría que hacer ejercicio extra, pero vale completamente la pena ya que comer pizzas implicaría hacerlas junto a Gonzalo, y no había nada más lindo que verlo concentrado.

El modo en el que sacaba la lengua y fruncía su frente.

Le encantaba, pero eso era completamente normal, no es como que le gustase Gonzalo, obvio no.. solo le parecía tierno y ya, le pasaba con todos, se quedaba bobo viendo cuando alguien hacía un gesto tierno, obvio.

—Pasame el palo —pidió Gonzalo, poniendo su palma hacia arriba.

Lucas sabía perfectamente a lo que se refería, le pedía el palo para estirar la masa, pero para qué hacérsela tan fácil.

Con una sonrisa se acercó con el palo en la mano, y cuando estuvo muy cerca de Montiel.. agarró la mano de este y se la llevó a su miembro.

—Tomá.

Gonzalo miró rápidamente hacia el lugar donde tenía la mano y la vió en los genitales del mayor, sacó su mano y las risas de Lucas estallaron.

—Espero que seas team sangre Lucas, con esa cosita ni vos sentís algo.

La risa de Lucas se detuvo y lo miró desafiante.

—¿Querés ver o sentir?

Gonzalo fue acortando la distancia entre ellos, cada paso que daba, Lucas sentía que eran uno más lento que el otro. Gonzalo, cuando no pudo avanzar más de lo cerca que estaban, habló:

—No me desafies porque sabes que es a vos al que no le da.

—Sos vos el que me está desafiando.

—Callate, ni quien quiera ver a una cosa tan chiquita.

Lucas terminó de cortar la distancia que había entre los dos, acorraló a Gonzalo entre la mesada y su cuerpo, con una mano agarró del cuello al menor, y con la otra agarró la mano del mismo y se la llevó a su miembro.

—Sentí cómo crece.

Fue lo último que dijo antes de atacar los labios de Montiel salvajemente, el mayor chupaba, mordía y lamía sus labios de una manera que casi le hacían perder el conocimiento. Estaba devorandolo, no tenía forma de seguirle el ritmo.

Lucas se separó en busca le aire, y esta vez fue Gonzalo quien tomó la iniciativa, dió un apretón en el miembro del mayor y se acercó para continuar el beso. Fue un poco más calmado que el anterior, pero la intensidad continuaba y el deseo aumentaba.

—Me tenés tan loco Gonzalo —susurró el mayor.

Gonzalo sintió su corazón latir como en un entrenamiento pesado, donde no te daban tiempo a respirar... ¿Así se siente el amor?

Chino, Dormí Conmigo //martiel//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora