31 Mío.

161 13 28
                                    

Sus lágrimas amargas no cedían abrazaba sus piernas desconsolada siendo observada por un rubio que intentaba acercarse y solo recibia algun manotazo.

—Este es el final, te he perdonado tanto que ya ni siquiera me reconozco.

— Perdoname me equivoque— Intento tocarla mano de la femina recibiendo un manotazo y una mirada destruida ¿como podía causarle tanto daño?— Escuchame dame una última oportunidad, yo voy a cambiar quiero hacer las cosas bien.

—¿quieres hacer las cosas bien?— Él asintió no deseaba otra cosa más que su perdón— Entonces déjame ir, Meliodas tu no sabes amar a una sola mujer. Yo soy tuya y tu no eres mío te comparto con mil mujeres, ya no puedo perdonarte más.

— No me dejes, por favor voy a cambiar y hacer las cosas bien— Ella se puso de pie dispuesta a irse, Meliodas fue detrás de ella abrazándola por la espalda— Por favor, quédate, voy a dejarlas.

—Meliodas ya no puedo más.

— Dijiste que jamas me abandonarías— ella dejo de moverse cansada de pelear con él, solo suspiro.

— Me prometiste que jamas me harías daño, que me amas y que era la única mujer en tu vida— Meliodas la solto y ella se giro tomandolo firme de las mejillas.— Yo no jodi esto, te di todo de mi, hice hasta lo imposible. Me voy Meliodas quedate con todo tu y esa puta pueden seguir revolcándose en mi cama.

Su mirada destrozada y sus sollozos apuñalaban el corazón del rubio. Hoy después de tanto tiempo recordaba aquella mujer que gritaba con ganas que lo amaba, tiempo después con esas mismas ganas grito que era cabron y no lo quería cerca de ella. Levantaron un castillo lleno de promesas y dulzuras y poco a poco él lo destruyo. Lamentablemente de las ruinas no se volvió a levantar, jugo a ser el rudo frete a todos y a solas se colapsaba. Ella le dio tanto que él no supo que hacer.

— ¡¡Meliodaaaas!!— La escandalosa voz lo desperto de golpe, una alegre pelirosa estaba sentándose frente a él siendo seguida por una pelinegra y un albino que se reían. El sudor en su frente era evidente drmasidas emociones para una noche.

— Meliodas te traje un café, ya son las 3 am y salimos hasta las 7 debemos mantenernos despiertos, como ya te dormiste te toca cubrirnos.— Melascula juguetaba con sus manos observando curiosa al rubio.

— Gracias por el café.— Meliodas lo bebió recordando a Elizabeth quien siempre hace un gracioso puchero porque no le sirve café. Si deseaba que aquella albina se quedara un instante debia cambiar su entorno. Sonrío enamorado.

—¿Que tienes?— Merlin lo tomo firme del rostro buscando examinarlo, Mael parpadeaba incrédulo por lo sucedido por parte de Melascula suspiro enamorada.

— Sueltame maldita bruja.

—¡¡Por las Diosas!! Te embrujaron— Dijo Mael tratando de tocarlo para examinarlo.

— Par de locos sueltenme, Melascula diles algo a los idiotas.

La mencionada comenzo a reir por las ocurrencias de los chicos.— Basta ya shuu shuu suelten al enano diabólico.

Vuelveme Locx.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora