Capítulo 4

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Juliana POV

La vida nunca ha sido fácil para mí.

Mi supuesto padre siempre fue un hombre violento. Hasta hace un par de meses pensaba que esa violencia era exclusiva dentro de mi hogar, ya sea en forma de gritos, peleas o golpes a las puertas o muebles, pero jamás imaginé que llegaría a tal extremo de quitarle la vida a otra persona, menos aún hacerlo como profesión.

Obviamente sabía que él no era el alma gemela de mi madre, pues los escuchaba cuando llegaba borracho y lo primero que salía de su boca ante la reprimenda de ella era "¡No estoy borracho, mujer!"

Mi mamá también le mentía frecuentemente. Con la intención de ahorrar un poco de dinero, siempre se negaba cuando el Chino le pedía prestado para sus borracheras, o incluso mentía para defenderme.

Antes pensaba que, quizás, mi madre y yo éramos almas gemelas. Siempre nos contábamos todo, yo solía pedirle consejos y ella solía escucharme con paciencia, nos teníamos la confianza que no teníamos con otras personas. Mi vida estaba tranquila sin la preocupación de encontrar a mi alma gemela porque pensaba que tenía la suerte de haber nacido con ella a mi lado, pero estaba equivocada.

El día que me enteré del verdadero trabajo del Chino, se me derrumbó el mundo.

Obviamente sentí un rechazo inmenso ante su labor, pero lo que más me dolió fue la traición de mi madre, quien siempre supo de este trabajo. En ese momento entendí que teníamos la maldición de poner nuestro amor en las manos incorrectas. El Chino amaba el dinero y estaba dispuesto a hacer lo que sea necesario para conseguirlo. Mi madre lo amaba a él y, pese a saber que no estaban destinados, era capaz de todo para hacerlo feliz, incluso mentirle a su única hija.

Y yo.

Yo amaba a mi madre por sobre todas las cosas. Era mi mejor amiga, mi confidente, incluso llegué a pensar que era mi alma gemela, pero ella siempre me mintió, mirándome a los ojos.

Así que decidí huir y, pese a su traición, decidí darle la oportunidad a mi madre de escapar conmigo, de dejar atrás el mundo de violencia al que habíamos sido arrastradas.

No sé por qué pensé que huiría conmigo. Debí haber sabido que decidiría quedarse con el Chino e intentar "salvarlo" del camino que había elegido, pero eso no significa que doliera menos.

El día que cumplí 18 años ya me encontraba en la ciudad y extrañaba a mi mamá. No tenía donde dormir ni dinero para comer, pero una parte de mí se sentía libre fuera del alcance del Chino y su toxicidad.

Con mi mochila en la espalda comencé a buscar trabajo por cada rincón, sin embargo, sólo me encontraba con jefes que explotaban a sus trabajadores o personas que requerían experiencia mínima para trabajar.

Estaba casi anocheciendo cuando me senté derrotada en la orilla de la calle. Mis pies dolían de tanto caminar y ya estaba dispuesta a cambiar algo de mi ropa por algo de comida cuando siento que alguien se sienta a mi lado.

"¿Mal día?" me dijo la chica desconocida. Se notaba mayor que yo, quizás unos 25 años.

"Eh... Pues si" le dije resignada. No tenía nada que perder al desahogarme con un extraño y una parte de mi necesitaba un poco de interacción social que no tuviera nada que ver con búsqueda laboral.

"Sip, la vida es un asco" obviamente estaba igual de cansada que yo o no estaría sentada en la orilla de la calle hablando con una desconocida. Su mirada estaba fija al frente y suspiraba de vez en cuando.

"¿Y a ti qué te pasó?" le dije, intentando iniciar una conversación.

"Mi jefe es un idiota tacaño" me dijo frunciendo el ceño "¿Y a ti qué te pasó?"

No lieWhere stories live. Discover now