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7: UN MOTIVO PARA CREAR HISTORIA

—Solo quiero que me digas el motivo.

—¡No necesitas saberlo! Llévame allí de inmediato o serás tú quien sufra las consecuencias de mi ira —le grito a Tayson, a escasos centímetros de su rostro.

—Relájate. No entiendo por qué estás tan furioso, ni es necesario que me lo digas, pero debes calmarte. No solucionarás nada gritando.

—Tayson no me hagas perder la paciencia —sostengo su brazo con firmeza, apretando mi agarre a cada segundo.

—Ha tenido que ver con Aria, ¿no es así? Solo algo relacionado con ella es capaz de ponerte así.

—Llévame al Inframundo. ¡Ya!

Mis ojos se cierran con fuerza ante el estallido de humo y polvo que provoca Tayson al transportarnos. Selene tose con fuerza, buscando liberar sus pulmones de la humareda, mi amigo perruno trata de apagar la llama que he provocado en su brazo al incendiarlo por accidente y yo, yo por fin siento que puedo respirar en paz.

—¿Qué ha ocurrido, Calix?

Siento de nuevo el cosquilleo en mis manos. La sed por desahogarme es superior a mi autocontrol y por ello, sin ver el riesgo que conlleva destruir lo poco que queda del Inframundo, del lugar al que anteriormente llamaba hogar, comienzo a desatar mi ira, sin descanso ni pausa, tratando de conseguir que el color rojo, el color que inunda mi visión desde que salí del Palacio de Zeus, desaparezca, pero no sucede.

Destruyo los troncos secos que hay en los Campos Elíseos, lugar donde residen los muertos virtuosos, aquellos que tenían la posibilidad de regresar al mundo de los vivos. Destruyo los árboles, las estúpidas flores, destruyo toda la naturaleza viva que me rodea y no encuentro mi satisfacción hasta que veo las llamas consumir el lugar poco a poco, matando a todo ser vivo que se oponga a su paso.

El color rojo envuelve la zona, el calor se hace permanente, casi insoportable, mientras miles de imágenes se reproducen como una película en mi cabeza, en todas ellas, Aria es la protagonista y es la que consigue que mi furia se mantenga y corra por mis venas.

—¿Estás mejor? —pregunta Selene, colocando su mano sobre mi hombro. Rápidamente la aparto.

—No me toques.

—¿Estás mejor o no?

Niego con la cabeza.

—Zeus me prohíbe acercarme a Aria.

—Pero eso ya lo sabías, no es nada nuevo.

—Me ha amenazado. Me ha amenazado con hacerle daño si vuelvo a hacerlo, me impedirá verla —aprieto mis labios, sin apartar la mirada de las grandes llamas que se encuentran frente a mí.

—No le hará daño.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque puede que Afrodita sea una zorra, pero no permitirá que Zeus dañe a su hija después de recuperarla.

—No sé de qué sería capaz, aunque tampoco quiero arriesgarme.

—Calix, ¿desde cuándo permites que la gente te diga lo que tienes que hacer?

Miro a mi hermana por encima de mi hombro, una sonrisa triste se forma en mis labios.

—Desde que ponen en riesgo al amor de mi vida, Selene.

Suspira tristemente, apoyando su mejilla contra mi espalda, mientras desliza sus brazos por mi cintura en un abrazo que, además de ser reconfortante, consigue relajarme al cincuenta por ciento.

ARIA #2 (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora