capitulo 10 ✝️

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Sara.

Silencio, los murmullos de las personas pasaban desapercibidos, sentía un insensato dolor de cabeza, Damián acariciaba mi espalda dedicándome esa mirada de lástima que tanto odiaba.

El cuerpo de Amelia fue levantado y llevado a la morgue más cercana, la escena del asesinato se encontraba cerrada mientras el sheriff y varios agentes buscaban una pista que diera con el asesino.

Mi madre miraba el reloj sin inmutarse ante lo que pasaba y como no, ella odiaba a Amelia, mi padre era otro que no había dado señales de vida y dudaba que estuviera aquí para su funeral.

Recuesto mi cabeza del hombro de Damián mirando a Kira en una esquina sentada sobre el regazo de Jaece mientras este pasa sus manos por sus piernas sin importarle que yo estuviera mirándolo.

Blanqueo los ojos con molestia seco, mis mejillas mojadas mientras me levanto hasta acercarme a mi madre.

- Puedes disimular el hecho de que no te agradaba Amelia- la mira levantar una ceja.

- Esperas que llore- pronuncia con sarcasmo.

La ignoro y camino hacia Damián tomando su mano para subir a mi habitación.

Siento su mirada penetrante en mi nuca, volteo hasta toparme con los ojos grises de Jaece, quien niega con la cabeza aun con Kira sentada en su regazo.

Retomo mi camino abriendo la puerta de mi habitación, Damián entra y se sienta en mi gran cama.

Enciendo las luces, llevo mis manos hacia el cierre de mi vestido, lo bajo y procedo a buscar mi pijama.

Damian se acerca a mi y Lo miro besar las palmas de mi mano y acariciar mi cabello.

-Me siento extraña, ¿eso es sentir tristeza? – pregunto.

- Estás muy vulnerable cariño – asiento poniéndome mi pijama e ignorándolo.

- Me traerías un poco de agua- lo miro asentir y caminar hacia la puerta.

Miro a mi alrededor, debería sentir miedo, tal vez cambiarme de habitación, miro mi reflejo en el enorme espejo, mi cabello perfectamente arreglado, todo está en su sitio, no hay nada diferente.

Entonces que paso, como entro las dudas, surgen en mi cabeza logrando que lleve mis manos a esta jalando mi cabello.

La puerta se abre y oigo cuando el seguro se cierra, levanto la cabeza, miro con una mezcla de asombro como jaece, camina hacia mí con pasos seguros.

- ¿Qué haces en mi habitación? – pregunto.

Su simple presencia me molesta, tenerlo cerca de mí no es bueno para mi cordura

- Sentía curiosidad – camina hasta mi estantería tomando un libro mientras sonríe leyendo la portada.

- Curiosidad.

Camino hacia él arrebatándole mi libro de sus manos.

Ignoro que debo verme como un duende al lado de su metro ochenta, y me dedico a evaluar por qué Jaece se encuentra en mi habitación.

- Que hacia la santa Sara encerrada en su habitación con su prometido – arruga el entrecejo – no que eso de las relaciones eran después del matrimonio.

- Vienes a cuestionarme sobre mi virtud – susurro.

Miro como el cerrojo de puerta se mueve y minutos después escucho a Damián llamarme, me volteo hacia jaece haciéndole señas para que se esconda a lo que este niega.

Camino hacia la puerta y la abro despacio me coloco al frente sujetándola, impidiéndole entrar y mirar por mi habitación.

Damián me entrega un vaso de agua mientras me mira extrañado.

- Gracias  – le digo dándole un casto beso en los labios.

- Nos vemos mañana, está algo tarde, prometo que a primera hora estaré aquí – lo miro despedirse y caminar por el pasillo.

Respiro con alivio y vuelvo a cerrar la puerta.

Esta vez Jaece está sentado en mi cama con una nota en las manos, camino hacia él, arrebatándosela y rompiéndola en pedazos.

- Te lo preguntaré otra vez – lo miro soltar una carcajada señalándome.

- Tu frente se arruga cuando estás enojada.

Lo miro extraña, Jaece debe ser la persona más bipolar que conozco, primero me dice ingenua, después me mira con desprecio y ahora se ríe a carcajadas en mi habitación.

- ¿Qué demonios haces en mi habitación?

- El asesino estuvo aquí –dice Jaece miro como su expresión cambia – con razón las conjeturas no encajaban.

Miro como sujeta su cabello, el cual emana sensualidad.

- Conjeturas.

- Trato de entrar en su cabeza, quiero saber quién será la próxima en morir – sonríe – podrías ser tú.

Un escalofrío pasa por mi espina dorsal mientras me dedico a mirar hacia la ventana.

- Y que si fuera yo.

- No lo sé, creo que me agradas – levanto la mirada vislumbrando la gran sonrisa formada en su rostro.

- Te agrado y por eso no quieres verme muerta – lo miro extrañada.

- Te sugiero que mientas, la nota que él te envió no puede salir a la luz.

- ¿Por qué?

- Mañana el sheriff te interrogará, piensas que será buena idea decirle que antes de asesinar a Amelia te mando una nota o le dirás que estabas en mi casa – lo miro ponerse una mano en la frente mientras piensa – recuerdo que estabas en mi habitación.

Levanto una ceja, que opinaran de mí si se enteran de que estaba en la habitación de un hombre soltero a altas horas de la noche.

- No consideras que tal vez puedas ser la principal sospechosa del asesinato, que tal si todo fue planeado para incriminarte – lo miro soltar una risita, esta situación en serio lo divertía.

- Estás loco – digo decidida a no hacerle caso.

Se acerca a mí retrocedo hasta chocar con la pared, su mano pasa por mi cintura hasta estamparme contra su fuerte pecho levanto, el rostro mirando como su cuello se inclina hasta quedar a mi altura, sus labios a centímetros de los míos.

- ¿No confías en mi verdad? – niego con la cabeza mientras trato de empujarlo, logrando que no se mueva ni un centímetro, mi fuerza es insignificante comparada a la de él.

- Porque debería de hacerlo.

- No se consideró que soy el más transparente, dime acaso crees el papel de niño bueno de tu prometido- sonríe cuando suelto un jadeo a la espera de un beso que nunca llega enojada, ejerzo fuerza en su pecho para que se aleje.

- No menciones a Damián.

- Dime, crees el papel de estúpido que hace, solo ponlo a prueba y verás como su falsa se desmorona – se aleja de mí caminando hacia la puerta.

- De que falsa hablas – sus pasos se detienen cuando me escucha.

- Deberías observar más Sara, dudo que no sepas jugar un simple juego, por ahora sugiero que te cuides – mira la ventana – no vaya a ser que el asesino regrese.

- Te haré caso – murmuro con rapidez – supongo que también me agradas, miento tratando de que no lo descubra.

- Muerdes los labios cuando mientes.

Dejo de morder mis labios cuando veo que sale, como él lo sabe qué hago eso.

A Través De Las Sombras [Sin Editar]Where stories live. Discover now