2. Un piojo naranja

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You been tryna act like it's okay

But I can see you trapped in the hallway

—¿Saben que existen piojos púbicos? —Angus da un mordisco a su hamburguesa excedida en aderezo—

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—¿Saben que existen piojos púbicos? —Angus da un mordisco a su hamburguesa excedida en aderezo—. Se llaman ladillas.

—No te preocupes, no hay forma de que contraigas ladillas porque ninguna niña se fija en ti —responde Flint, sin apartar los ojos del móvil—. Seguro mueres virgen.

Angus se encoge de hombros, dolido. Un poco de mostaza cae en su camiseta mientras le doy una patada bajo la mesa a nuestro hermano, el susodicho Flint. Entiendo que como seres humanos, sobre todo como adolescentes, nos sintamos una mierda, pero ese no es motivo para hacer sentir a otros así.

Flint se pone los audífonos con desinterés. La palabra «perdón» le es tan ajena como la acción de sonreír.

—Ignóralo. —Tomo una servilleta, me inclino hacia Angus y le limpio la mancha—. Eres tan guapo como yo. —Le guiño un ojo.

Sus cejas suben hasta su flequillo, esperanzado.

—¿Eso significa que puedo tener ladillas?

—Nadie tendrá ladillas —interviene mamá, sentándose a la mesa por fin.

—¿Ni como mascotas? —Hago una pelota con la servilleta y la arrojo sobre mi plato vacío.

Me lanza una mirada de advertencia y le sonrío. No debería bromear sobre enfermedades de transmisión sexual, pero me tomo mis libertades con tal de hacer reír a Angus, que ahora quiere un piojo púbico de mascota.

Espero que no exprese ese deseo en la escuela.

—Creo que ya tenemos el asunto de las mascotas cubierto. —Mamá apoya los codos sobre el mantel y se pasa ambas manos por la cara, exhausta entre el estudio, el trabajo, la mudanza y la testosterona que sumamos sus tres hijos varones, de los cuales debe encargarse sola porque papá es un fantasma—. Vi algo en el patio trasero, creo que era un…

El timbre suena. 

La mujer observa su hamburguesa, que ya se enfrió, con añoranza, pero suspira y se pone de pie. Me aferro al borde de la mesa y me empujo hacia atrás, hasta lograr hacer equilibrio sobre las patas traseras de la silla. Estiro el cuello para intentar ver quién es.

En el fondo espero que una señora pregunte si Angus puede salir a jugar al Craftmine porque eso implicaría que Maxine regrese por su abuela.

Mis esperanzas por ver a la vecina se desvanecen cuando mamá abre la puerta: son dos hombres. La sonrisa del señor de color brilla más que la segunda mancha de mostaza que cae en la camiseta de Angus. Por el contrario, la del hombre blanco con bigote es tan inexistente como la amabilidad de Flint.

—¡¿Te gusta el pastel de manzana?! —Señor Alegre le tiende una bandeja a Charity Quach, quien retrocede ante la brusquedad.

Señor Gruñón pone una mano sobre el antebrazo del otro. No sé si el gesto le dice que baje su nivel de entusiasmo o que rece porque lo matará.

—Lo siento, me emociona conocer gente. Soy Otto  —se presenta y toma la mano de mamá sin permiso para sacudirla con euforia—. Y este es mi esposo: Spike. No te dejes engañar por su cara de trasero, cariño. Es un agradable sujeto.

Toso para disimular la risa. Mi madre echa una mirada de reproche sobre su hombro. Spike gruñe como un perro, haciendo honor a su apodo.

—¡Oh, ¿ese es tu hijo?! Nosotros tenemos una pequeña bendición también, se llama Ma… —sigue, pero mi progenitora lo interrumpe.

—Aprecio la bienvenida, pero estábamos cenando y de todas formas ya es tarde para charlar. —Empieza a cerrar la puerta.

—Oh, lo sentimos, al menos quédate con el pastel. Será el postre, ¿ver…?

—No nos gustan las manzanas, pero gracias.

Echa la llave y apoya la espalda contra la madera. Inhala hondo mientras vuelvo a sentarme sobre las cuatro patas de la silla, extrañado.

—Un poco descortés de tu parte, ¿no crees? —pregunto.

—Y mentiroso. Nos gustan las manzanas —apoya Angus.

Mamá niega con la cabeza y friega contra sus jeans la mano que estrechó con el vecino. Intento recordar que haya hecho lo mismo con otras personas en nuestra antigua ciudad, pero fallo.

—En esta casa no aceptamos comida de desconocidos. —Regresa a la mesa y mi hermano menor abre la boca, lo que la lleva a señalarlo con el índice—. Tampoco ladillas. 

Supongo que nos quedaremos sin piojos, sin pastel y sin vecina linda esta noche.

¡Hola, vecinos exhibicionistas! (Sí, cierren las cortinas si no quieren ser vistos)

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¡Hola, vecinos exhibicionistas! (Sí, cierren las cortinas si no quieren ser vistos). 👀❤️

Se reporta mamá Serena para preguntarles algo de SUMA importancia:

1. ¿Les gustan las cosas con menta? Chocolate con menta, té de mente, helado de menta, caramelos de menta... En caso afirmativo, los destierro del vecindario. 🙅

2. ¿Cuál es el animal más raro que quisieron tener como mascota?

¡Muchas gracias por leernos! ✨ Recuerden seguir a la creativa y extraordinaria ladilla que tengo como co-autor: Santucho1

Con todo el amor y la maldad del mundo, Sereniago les envía un abrazo. 🖤

Los vecinos de calle ArcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora