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6.30 pm

Lo que quedaba hasta las seis y cuarenta y cinco, hora en la que el señor Kim me vendría a buscar, se hizo mucho más eterno después que ya tenía todo arreglado. Odiaba llegar tarde, así que sobre las seis y treinta ya estaba lista y caminando de un lado a otro del salón.

Decidí utilizar por primera vez en mi vida unos tacones, no muy altos, pero mis piernas se veían verdaderamente estilizadas con aquellos ocho centímetros de más. Yeongu no me llevaba mucha altura, a pesar de que yo era más parecida a un pigmeo que a una persona, pero por lo mismo, no quería sobrepasarlo. La abuela decía que no se veía elegante. Complementé mi atuendo con unos aretes largos, una gargantilla fina y un pequeño bolso. Todo del «arsenal» de mamá, ¿de dónde si no?, y todo negro, para contrarrestar un poco, nunca quitarle el protagónico al hermoso blanco de la pieza fundamental de mi look. Mi cabello solo lo deje libre y aunque quise maquillarme mejor, no era muy buena, así que una tenue sombra marrón en los párpados y un simple brillo sin color en los labios, cerraron los preliminares...

🎼🎼🎼

El señor Kim llegó puntual, como siempre, y yo agradecida de no haber gastado las suelas de mis zapatos de tanto dar vueltas en el mismo lugar. Mis padres intentaron despedirse, después de todo era mi primera vez saliendo «sola» de noche, pero yo estaba demasiado ansiosa como para hacerles caso. Así que corrí hasta el auto, mientras el señor Kim se encogía de hombros y mi padre le hacía la típica seña de: «O me la cuidas como a tus ojos, o te mueres». En una esquina de la entrada se quedó mamá, diciendo adiós con las dos manos, como una de esas locas sobreprotectoras que despiden a sus hijos cuando marchan al servicio militar.

¡Qué vergüenza!, ¿de dónde se sacó ese pánico a que no vuelva?

Tranquila, má, solo quiero conocer lo que se siente salir de noche, no me voy de casa para siempre...

—¿A dónde, señorita? —indagó el señor Kim, con su acostumbrada mirada seca por el espejo retrovisor.

—Al parque del centro —informé mientras me reclinaba en mi asiento—. Adiós dulce hogar, ¡hola Daegu nocturna!

A pesar de que el arranque fue brusco y muy acelerado, el trayecto se comenzó a tornar lento, ¡demasiado lento! El señor Kim conducía con extrema precaución. Miraba con insistencia por todos los retrovisores y no apartaba las dos manos del volante, parecía asustado, como nunca lo había visto. No entendía qué rayos le pasaba. ¿En serio la amenaza de mi padre le causó tanto miedo? Gracias a Dios llegamos a tiempo, si no, hubiese sido capaz de ahorcarlo con el cinturón de seguridad. ¡Insoportable viejo lame botas de papá!

—Ya llegamos, señorita —avisó cuando estacionó en uno de los costados del parque—. La esperaré el tiempo que sea necesario. Sólo recuerde que si se va a mover de lugar tendré que acompañarla a donde quiera que...

—¿Y al baño? ¿También ahí tienes que acompañarme? ¡¿Eso te dijo papá?! —grité, exportando al fin toda la irritación acumulada tras casi trece minutos de una pésima demostración de sus habilidades como chofer.

—¡No, por Dios, ¿cómo cree?! —ripostó con los ojos muy abiertos y negando con la cabeza.

—¡Pues entonces escúcheme bien, estúpida niñera sin sueldo! Voy a encontrarme con mi novio. ¿Me escuchó ? ¡Mi novio! Y si no quiere participar de nuestro obsceno y lujurioso escenario afectivo, mejor se queda tranquilo aquí, sin decir ni pío. Volveré a las nueve y cuarenta y cinco, y aquí no ha pasado nada de nada. Si le dice algo a papá de lo que acontece en este o cualquier otro lugar al que me lleve, me encargaré de hacerle la vida un completo infierno a la señora Kim, que bastante mal que trabaja por cierto y, si yo se lo pido a mamá, la hecha antes de que amanezca. ¡¿Estamos?! —concluí con mi ceja levantada y una mueca que intenté que pareciera la del mejor asesino serial de la historia.

Diario de una canción ✔️Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ