ix. love song

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Ninguno de los dos soportaba estar un minuto más en aquella sala, Alfred nos había obligado a ir a una cena de cumpleaños ya que según él sería más soportable al ser pocas personas. Resulta que era peor porque ahora escuchábamos por quinta vez sobre el viaje que haría el fin de semana a las Bahamas Joseph, el festejado y uno de los compañeros empresarios de Bruce.



—Después de esto no quiero volver a escuchar de las Bahamas jamás—murmuró en mi oído girando la cabeza para disimular. Escondí mi risa detrás de la copa de champagne que sostenía.



—Espera que viene la mejor parte—le seguí el juego usando su mismo tono de voz.



Estábamos en un pequeño círculo de pie en uno de los salones de su gran casa escuchando la conversación. Bruce mantenía su mano en mi espalda baja como si estuviera orgulloso de tenerme en sus brazos, era un lindo sentimiento.




—¿Hay mejor parte?



—Si, cuando termina—le vi apretar los labios aguantándose la risa.



—Por mucho que me agrade, creo que es mejor irnos—levanté la mirada para asegurarme de que lo decía en serio—ni siquiera lo notarán.



Y tenía razón, estaban tan atontados escuchando al cumpleañero que si nos íbamos lentamente de allí nadie se daría cuenta. Así que eso hicimos. En menos de cinco minutos ya estábamos camino a casa en el auto lujoso y su mano en mi pierna sobre la falda de mezclilla que usaba.



Mantenía la atención en su perfil que bajo las luces de la carretera parecía sacado de una escena de película romántica. Al llegar a casa nos encaminamos directo a nuestra habitación entre risas y pequeños besos cuál par de niños pequeños jugando, pero al mismo tiempo con cautela para no despertar a Alfred.



Él cerró la puerta con el pie una vez que entramos y sin perder tiempo me sostuvo por la cintura para besarme con aquella intensidad característica suya, sin poder resistirme rodeé su cuello con mis brazos. Sabía que terminaríamos sin ropa así que ¿porqué no comenzar a desabotonar su camisa azul marino ahora? La chaqueta que usaba encima había sido la primera en caer al piso así que mi siguiente objetivo era la camisa.



Bruce parecía entenderme a la perfección pues aprovechando el momento para respirar me quitó el suéter grisáceo que usaba, dejando mi sostén negro al descubierto. Continuando sin muchos rodeos le siguió mi falda y sus pantalones antes de que me cargase para recostarme sobre la cama con delicadeza. Su toque, sus besos y la manera en que me miraba se guardaba en mi mente en forma de una hermosa canción romántica. . .



Las insistentes gotas de lluvia provocaban un sonido tenue al chocar contra las ventanas y el color gris a través del cristal fueron mi vista cuando los dos estábamos bajo las sábanas. Podía sentir la fría brisa colándose aunque todo estuviera cerrado lo que me hizo escabullirme más en las telas que me cubrían y el calor que emanaba Bruce.



Él me rodeaba por la cintura y escondía su rostro en mi cabello estando totalmente pegado a mí. Era casi media noche. Me di media vuelta encontrándome con sus ojos y torso desnudo bajo las cobijas. Su respiración era tranquila y contante.



—¿Crees que Alfred se enoje cuando sepa que llegamos temprano?—le pregunté.



—Estará feliz de escuchar que aguantamos hasta el postre.



—Es un nuevo logro.



—Sin duda—se levantó lo suficiente para poder besarme, lento.



Sabía lo que aquel gesto significaba y dada la hora no había otra explicación. Debía irse.



—Quédate. Sólo cinco minutos más, por favor—le imploré en un murmuro cuando separó sus labios de los míos.



Era curioso como a lo largo de mi vida nunca le había dicho esas palabras a alguien más, ni siquiera a mi padre cuando era pequeña y tenía que irse de viaje por un mes entero. O a mi mamá por las noches en que moría de miedo tras tener una pesadilla e iba a checar que siguiera dormida y no leyendo a escondidas.



—Está bien.



Él tampoco quería irse y de alguna manera lo relacioné con esos días en los que no nos daban ganas de ir a la escuela por estar tan cómodos en la cama. Volvió a su antigua posición, tras unos segundos continuó.



—Mañana es mi noche libre.



—¿Tan rápido?—muy creíble mi tono, cómo si no hubiera pasado la semana entera pensando en eso.



Tras la discusión de hace unos días habíamos acordado que una vez a la semana él me pertenecía en absoluto, nada de Batman, sólo Bruce Wayne. No estaba muy segura de que fuera suficiente para mantenernos juntos pero haríamos de todo para que sea así.



—Si...pensaba que quizá podríamos ir a la pequeña feria que trajo consigo el circo ¿qué piensas?



Su mano viajó a mi cintura desnuda dejando leves caricias con su pulgar.



—Contigo hasta el infinito, Brucie—sonrió mirándome a los ojos—¿cuándo fue la última vez que fuimos a una?



—Tenía diecinueve, tú diecisiete—su mano abandonó mi cintura para ir a mi cabello desordenado—me hiciste subir a esa montaña rusa porque tenía temática de Star Wars, pasaste todo el tiempo escondiéndote en mi pecho y murmurando cosas en francés.



Reí de lo tonto que sonaba aquello y aún más de lo real que fue.



—En mi defensa, no sabía que iría tan rápido.



—Es una montaña rusa, debe ir rápido.



—Pero no tanto—insistí causándole una amplia sonrisa.



—No te preocupes, a la siguiente les diré que bajen la velocidad.



Reímos juntos un buen rato ante aquellas ocurrencias. Entonces la hora temida había llegado y ambos lo sabíamos; recorrió lentamente la mano que mantenía en mi cabello para acariciar mi mejilla.



—Ya debo irme—murmuró tranquilo, yo en cambio guardé silencio—te amo.



Depósito un beso en mi cuello y otro en mi hombro antes de que saliera de las sábanas dejándome por completo sin su toque, su calor...su presencia. Le observé vistiéndose de nuevo. La velada había sido tan pacífica y agradable que me hizo olvidar por completo que este momento siempre llegaba, no importaba si lloviera, relampagueara o nevara.



Me sonrió una última vez abriendo la puerta para después verle desaparecer en la oscuridad. Sin él cerca no pude evitar divagar; yo era un maldito desastre y le agradecía infinitamente que me aceptara así tal cual, agradecía que me diera la mejor calidad de vida posible aunque no la merecía.



No sé qué sería de mí sin Bruce Wayne.

honeymoon       ✧       bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora