Ken Ryuji era el alfa más temido de todos los tiempos, perteneciente a una de las mafias más grandes, la Tokyo Manji, infundia terror en sus días de gloria, hasta que lo conoció a él. Manjiro Sano, un Omega pequeño y caprichoso que robó su corazón.
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Luego de muchos intentos fallidos de Draken por disculparse por arrojar los dulces que Manjiro le había regalado a la basura e intentar que el pequeño Omega aceptará ahora su cortejo. Por fin había podido hablar con él, aunque el Omega estaba sumamente reacio a siquiera verlo, Draken tuvo que humillarse en público haciendo una profunda reverencia con su frente pegada al suelo mientras gritaba “¡Manjiro Sano perdona a este remedo de alfa!”.
Nadie hubiera pensado que el líder de la Tokyo Manji, el alfa más dominante de todo Japón, se encontrara en ese momento de rodillas frente a un Omega. Fue el hazme reír de Kokonoi y Baji por semanas, aunque eso tomo segundo plano cuando Baji fue rechazado cruelmente por Matsuno por décima ocasión.
Manjiro lo miro desde arriba con una sonrisa, antes de decirle— Nos vemos en la feria que abriría este fin de semana en el este de Shibuya, el sábado a las 4, no llegues tarde, si no, puedes considerar está como tú última oportunidad—. Le comento con un tono serio— ¡Nos vemos Ken-chin!
Sin más que decir, se dió la vuelta dejando a Draken arrodillado en el piso mientras lo veía irse frente a él. Con los vitoreos felices de Baji, quien le exigía a Kokonoi que le pagará el dinero de la apuesta que habían hecho.
Al parecer esos malditos amigos suyos habían apostado por si Mikey le daba otra patada.
— Demonios—. Aulló emocionado el lobo en su interior, meneando su cola de un lado a otro—, eso fue ardiente, ¿no crees?
Draken mantuvo su cara estoica mientras se levantaba del piso, aunque estaba sumamente avergonzado con lo dicho por su lobo, porque muy a su pesar estaba de acuerdo con él.
Esa mirada de desprecio que Mikey le había dado cuando esta arrodillado ante él, fue demasiado sexy.
— Estúpido lobo hormonal, no digas esa clase de cosas—. Volteo su cabeza para otro lado, tratando de no revelarle sus pensamientos a ese lobo suyo.
— Uy si, tu muy santito—. Rodó sus ojos el lobo recostandose entre la fina yerba—, si le andas viendo el trasero, pervertido.
Escandalizado al ser descubierto, Draken tartamudeo una excusa— N-no es-es cierto, lobo idiota.
— Si negar eso te hace dormir por las noches, quien soy yo para juzgarte.
Draken decidió no responderle de nuevo a su lobo, demasiada humillación había tenido hasta ahora como para exponerse más a ella. Se levantó del piso que estaba justo enfrente de la entrada de la Universidad de Tokyo, aún escuchando los murmullos de algunos estudiantes que habían sido testigos de la escena que había protagonizado hace algunos momentos.
— En serio creí que te golpearía—. Menciono Baji acercándose a Draken ya levantado.
— Yo aposté por ello, al parecer Hanma también ganó en la apuesta.
