CAPITULO IX. Una nueva ilusión envuelta en un miedo aterrador.

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CAPITULO IX

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CAPITULO IX.

Una nueva ilusión envuelta en un miedo aterrador.

Llegó el lunes y con él mis ganas de salir corriendo de Caracas, alejarme de Guillermo ahora que aún estaba a tiempo.

Al bajar a esperar el autobús estaba la camioneta de Guillermo estacionada “no puede ser, por lo que veo no va a ser sencillo alejarme de este hombre” pensé mientras disimulaba mi miedo con una sonrisa fingida.

-Buenos días bella, no quería irme sin despedirme de ti.- Dijo Guillermo desde adentro.

-¿Cómo estás?- pregunté.

-¡Sube, te llevo al trabajo!-

-No es necesario.-

-¿Qué te pasa, sucedió algo que debería saber?- “sí, que eres un vil mentiroso, mafioso y que me aterra la idea de estar cerca de ti” pensé mientras automáticamente subía al vehículo. Una vez dentro me besó como acostumbraba a hacerlo.

-Estás un poco distante, quiero pensar que es a causa de tu periodo.-

-Es cierto, disculpa, en estos días tiendo a ponerme un poco bipolar.-

-Entiendo, no te preocupes, ya he lidiado con esto y créeme que tú eres más tranquila, mis hermanas en sus días son insoportables. ¿Quieres que te traiga algo en particular?-

-¡Sorpréndeme cómo siempre!-

El carro se detuvo y muy dentro de mi respiré aliviada. Me bajé y caminé rápidamente a mi oficina, por lo menos tenía un montón de cosas pendiente, eso aliviaría mis angustias por lo menos un par de horas.

Tenía tanto trabajo acumulado que no me fijé en la hora, ya pasaban las nueve de la noche dejé a un lado el trabajo, bajé a recepción y solicité un taxi; por lo menos hoy no vería a Guillermo y eso me tranquilizaba. En menos de cinco minutos apareció el hombre que cambiaría mi manera de ver la vida por completo.

Al montarme en el taxi sonó mi teléfono; era Guillermo, dejé que sonara, mientras menos hablara con él mejor. Seguía sonando y yo sólo lo ignoraba.

-No ha de ser muy importante cuando no quiere contestar.- dijo el taxista.

-¿Disculpa?-

-Es que si fuera su esposo o algún familiar ya hubiese contestado.-

-No es nadie importante.- hice una pequeña Pausa. -¿Esposo, acaso parezco una mujer casada?- pregunté irritada, apenas tenía veintiún años y la verdad es que al mirarme al espejo aparentaba menos edad.

-Disculpe, no piense que creo que es una mujer mayor, sólo que no creo que una mujer tan bella como usted pueda estar sola.-

-¿No piensas que soy mayor y me hablas de usted?- intercambiamos un par de sonrisas pícaras.

Aquellos ojos marronesWhere stories live. Discover now