Capítulo 5: Verónica en Peligro

17 4 23
                                    

[Salmos 91:1-6]El que habita al abrigo del AltísimoMorará bajo la sombra del Omnipotente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

[Salmos 91:1-6]
El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo
mío; Mi Dios, en quien confiaré.
El te librará del lazo del cazador,
De la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá,
Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad.
No temerás el terror nocturno,
Ni saeta que vuele de día,
Ni pestilencia que ande en oscuridad,
Ni mortandad que en medio del día destruya.
★★★

"Narra Willia"

Sentía la oscuridad tomarme por completo ese día tan ordinario pero a la misma vez tan destructivo para ambos. Algo me hacía hacer cosas que no quería, especialmente a las personas que amaba, por rencor a uno, que me había vuelto en un ser vengativo, mi propio padre.

Escuchaba canciones de esa banda metálica de Rock pesado y que traía mensajes subliminales sobre muerte, odio y venganza hacia todo. No entendía que la vida no era una película, donde todo era una mentira y lo que se hacía podía corregirse volviendo todo a la normalidad sin que nadie fuese lastimado.

La verdad es que estaba totalmente poseído por un demonio que no me dejaba dormir por las noches diciéndome que matara a Verónica, que le hiciera daño, que le borrará esa sonrisa de su rostro y le hiciera sentir lo que yo sentía. Era tan terrible lo que me pasaba y lo más cruel que no podía recibir ayuda.

Pero cuando aquello me atormentaba ella parecía distrayendo mi atención de aquella oscuridad que me robaba la voluntad de decidir. Bastaba verla para sentirme un poco aliviado pero un día no pude más y aquello me quebró a tal grado que le golpeé tan fuerte en la cabeza que cayó al suelo.

(Tiempo atrás...)

—¿Me oyes Verónica? ¿Puedes escucharme, niña? —le gritaba asustado, pues, nunca había hecho algo parecido ni con mi padre, quién sí se lo merecía.

—¿Por qué, William? ¿Qué te hice para que me hagas daño?—me preguntaba con una voz débil y sorprendida ante mi actitud psicópata.

—¡No lo sé!... ¡Ni yo lo entiendo! ¡Sal de mi cabeza, monstruo! —gritaba tratando de volver a tomar control de mis manos.

—¡Tú puedes William vencer eso! —fue lo último que escuché de ella, con una voz agonizante por el golpe en su cabeza.

—¡Perdón, perdón! ¡Por Dios tengo que llevarla al hospital antes de que muera! ¡Aguanta, Verónica! ¡Resiste! —. Pero aquello volvió. »¿Qué crees que te pasará si la encuentran aquí? Irás a prisión. Toma su cuerpo y llévalo a donde no lo puedan encontrar, me instruyó aquella voz«.

—¡Nooo! ¿Cómo puedo hacerle esto a mis tíos? —grité. —»Lo harás« —arrogantemente respondió.

Sentí que algo me sacudió tirándome violentamente a tierra. Por eso accedí. Tome su cuerpo y la lleve al bosque por la colina, donde nadie se imaginaba que pudiera estar.

BAJO INFLUENCIAWhere stories live. Discover now