Capítulo 3

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Los cuatro se dirigían hacia los aurores que estaban más adelante. Uno de ellos, por suerte, era Dora, que después de todo lo ocurrido con Dumbledore había sido una de las primeras en confesar a Madam Bones su implicación con la Orden del Fénix, así como su creencia de que Harry era la persona a la que debían vigilar.

Por ello, tras una evaluación psicológica y un tiempo de descanso, se le permitió volver al cuerpo como una de sus mejores aurores. 

Asintiendo a los cuatro, miró a los gemelos -Qué han hecho, tenemos quejas de que han lanzado una explosión en dirección a los civiles-.

Fred resopló -Sólo porque seguían acechando y persiguiendo al querido Harry, aquí, incluso después de que él les dejara claro que debían dejarlo en paz. Al parecer, ser famoso por sobrevivir a tus padres da derecho a los desconocidos a seguir pidiéndote autógrafos, incluso cuando no quieres.

Así que, sí, soltamos una ráfaga con nuestras varitas, pero no fue nada peligroso, sólo ruidoso y con la intención de asustar a la gente. Y así fue-.

Dora asintió ante eso, -Ya veo, así que no salió nada de las varitas, excepto el ruido-.

George asintió, -Así es, auror Tonks-.

Ella asintió, antes de volver con su compañero y aparentemente explicarle lo que le habían dicho. Asintiendo también, ambos se volvieron hacia el grupo de personas que estaban detrás de ellos. El mismo grupo de personas que había estado acosando a Harry para que le diera un autógrafo antes de que los gemelos intervinieran.

Por el aspecto de sus caras, les dieron la reprimenda de su vida por llamar a los aurores por algo que claramente era culpa suya. Las fuerzas del orden estaban para cuando se infringían las leyes (lo cual no había sido tan frecuente desde que Dumbledore había sido puesto entre rejas), pero eso no significaba que los aurores fueran a ser utilizados a cualquier inconveniente.

Sonriendo, los cuatro se dirigieron al Callejón Vanity en cuanto Dora les hizo saber que podían ir. 

Los cuatro, bueno Harry, siguió a los tres nacidos de mago hasta el mencionado callejón, comprobando enseguida que las tiendas de ambos lados de la calle estaban bastante vacías, algo que le extrañó, ya que los precios de los alquileres no parecían tan elevados aquí en comparación con el callejón Diagon.

-Esto está tan vacío que no debería ser posible, no con los precios de los alquileres aquí a la mitad de lo que son en Diagon. Quiero decir, ¿no?-.

Fred y George se miraron entre sí, antes de volver a mirar a Harry -Harry, ¿cuánto posees de todo esto?-.

El Potter parpadeó -Todo, creo. Más del 75 por ciento al menos-.

Fred asintió, -Todo esto está vacío porque nunca hiciste una declaración de que estaban disponibles para su alquiler. Y esto no es culpa tuya, no tenías a nadie más para ayudarte con esto. Y si las cosas hubieran sido diferentes, tu padre se habría encargado de esto durante mucho tiempo antes de que se convirtiera en un problema-.

Remus intervino -E incluso si las cosas hubieran ido como antes, si Dumbledore no hubiera inferido, Sirius y yo habríamos estado aquí para encargarnos de esto. Pero, en esencia, esta parte del callejón ha estado vacía durante cerca de dieciséis años, ya que nadie ha sabido nada del propietario-.

Harry parpadeó una vez más -¿Pero no debería haber alguien más que se hiciera cargo mientras yo era menor de edad? ¿Alguien debe tener la supervisión de estos edificios y de la gente que los alquila?-.

Fred asintió -Los duendes, que tienen la costumbre de subir por las nubes los edificios que poseen, incluso temporalmente, lo que, de nuevo, hizo que la gente abandonara los edificios que alquilaban a la familia Potter, porque no dejar de hacerlo acabaría con su negocio sólo por los precios de los alquileres-.

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