CAPÍTULO DOS

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CAPÍTULO DOS

Exparejas,

Sasaki podía detestar mucho a su ex pareja, después de todo había sido un infierno el tiempo que estuvo con él notando su obvia falta de interés que tenía hacia ella y la relación, pero había algo que definitivamente no podía negar.

Era jodidamente bueno en el sexo.

Su departamento se encontraba en casi total silencio, escuchándose únicamente el sonido de sus labios uniéndose y separándose mientras sus prendas desaparecían de sus cuerpos y sus manos recorrían el cuerpo ajeno sin vergüenza alguna.

— Han pasado dos meses. — Susurró Kokonoi al oído de la mujer.

— Eres un idiota. — Ren sonrió antes de empujarle sobre la cama y tomar asiento sobre su regazo, moviendo sus caderas sobre la pelvis contraria, sintiendo el bulto creciente bajo los boxers ajenos rozarse contra su sexo.

— Mierda, estoy tan duro. — Sus posiciones se invirtieron, el peliblanco sobre la castaña. — Acomódate.

Siguiendo sus órdenes, Sasaki se acomodó en la cama, sintiendo como sus bragas eran arrancadas de su cuerpo y lanzadas por algún sitio, dejándole finalmente desnuda. Sus labios se separaron y un gemido escapó de su garganta al sentir la lengua del mayor deslizarse entre sus pliegues, terminando en su clítoris el cual fue duramente succionando logrando hacerle retorcerse bajo el toque contrario.

Ren estiró su brazo tomando entre sus dedos los cabellos del mayor. Los ojos negros de Hajime se movieron hasta ella, mirándole con claro deseo y maldad mientras ingresaba su lengua a la cavidad vaginal ajena y hacía con la castaña lo que se le antojara.

Era como tocar el cielo desde el infierno.

— Detente. — Ordenó Ren, Kokonoi se alejó de su sexo notando la agitación en la mujer. — No quiero venirme aún.

— Te haré venir de otra forma, entonces. — Susurró el más alto mientras se acomodaba entre las piernas de la menor y rozaba sus sexos simulando fuertes embestidas, Sasaki sonrió mientras cerraba sus ojos disfrutando de las acciones contrarias.

Tomando un preservativo, Kokonoi se colocó la protección, asegurándose rápidamente de que la castaña estuviera bien lubricada antes de tomar sus caderas y enterrarse en su interior con dureza, arrancando un gemido a ambos.
Las manos de Sasaki fueron hasta la espalda del mayor, rasguñando su piel en un intento por controlarse y no dejarse llevar por el placer.
Sus labios se unieron una vez más en un deseoso y sucio beso, jugueteando con las lenguas ajenas. Sasaki mordió el labio inferior contrario, gimiendo al sentir una de las manos de Kokonoi descender y comenzar a estimular también su punto nervioso, haciéndole temblar bajo su fuerte cuerpo.

Hajime se sorprendió al sentir como eran girados, quedando la mujer esta vez sobre su regazo.
Claro, era Sasaki Ren con quien tenía sexo en ese momento, por supuesto que el control no lo tenía él.

Moviendo sus caderas, Sasaki comenzó a dar pequeños saltos, los ojos de Kokonoi le observaban fijamente mientras una sonrisa se estiraba en su rostro disfrutando enormemente de la imagen que frente a él tenía. Los pechos de la mujer rebotaban al mismo ritmo con el que saltaba, y el obsceno sonido de sus sexos chocando le hacía querer correrse más pronto de lo usual.

Kokonoi gimió sintiendo un orgasmo acercarse. Ren tomó las grandes manos del mayor y las posó sobre sus pechos, el peliblanco no dudó en apretar sus senos con fuerza y acercarse, llevando uno de ellos a su boca para lamer y succionar su pezón.

Sasaki tembló una vez más, su centro se llenaba de presión y sentía estarse volviendo loca debido al placer brindado por el sexo contrario.

— Estoy cerca. — Susurró Kokonoi, Ren clavó sus uñas en los hombros del mayor, inclinándose a gemir contra su oído mientras sentía la presión en ella explotar en miles de sensaciones distintas. Kokonoi tomó sus caderas con fuerza y comenzó a embestirle duramente sobre estimulando la castaña hasta correrse llegando a un maravilloso y agitado orgasmo.

Ambos se observaron por unos segundos notando sus pechos subir y bajar rápidamente, uniéndose momentos después en un beso más tranquilo que los anteriores dados.

— Oye, Nanase-

— Te he dicho muchas veces que mi nombre ahora es Sasaki Ren. — La castaña se puso de pie, girándose caminó hacia el baño. — Satō Nanase está muerta, no existe más.

— ¿Por qué ocultar tu verdadero nombre? — Ren rio al escuchar al mayor. — ¿Qué es tan gracioso?

— No sé si eres idiota o finges serlo. Es obvio. — Sasaki entró al baño, Kokonoi le siguió entrando juntos a la ducha. — No quiero que nadie se entere de quien era antes, sería una vergüenza, además así es más difícil que la policía me encuentre.

— Así que no eres tarada después de todo.

Hajime se retorció al sentir un fuerte golpe en su abdomen.

— Cuida tus palabras, Hajime, no me importaría asesinarte en este momento.

— Oye, calma. — Kokonoi rio. — Por ahora solo duchémonos ¿Bien?

— Después de esto te largas de aquí, no te quiero cerca.

— Siempre tan amarga. Bien.

[...]

El sonido de las copas chocando entre sí gracias al brindis resonó por todo el salón. Ren sonrió elevando su copa, saludando con una pizca de diversión y burla a los hombres de buen vestir que se encontraban a varios metros de ella.
Mantener una identidad oculta a veces podía ser entretenido y ventajoso, después de todo podía caminar por aquel gran salón sin temor de ser repentinamente asesinada al saber todo mundo que era la líder de una gran organización criminal.

De entre todos aquellos cientos de personas presentes, sólo cuatro conocían quien era realmente la mujer de inocente sonrisa que se sujetaba del brazo de su asistente, y de entre todos aquellos cientos de personas solamente una persona conocía quien había sido Sasaki Ren antes de volver quien actualmente era.

Kokonoi se apoyaba en una pared mientras sonreía mirando a la castaña caminar sin preocupaciones por el sitio, el asistente que tanto detestaba le ofrecía su brazo para sostenerse.

Realmente detestaba a ese idiota.

— ¿En dónde estuviste anoche? — Rindo se acercó a su lado mirando a la misma dirección que el peliblanco. — Sasaki Ren ¿Eh? Es mi mayor dolor de trasero ahora mismo.

— Es una mujer increíblemente sexy ¿No crees? — Rindo frunció el ceño mirando al contrario.

— No estás pensando en tirártela ¿Cierto? Vamos, Kokonoi... Seguro te cortaría la polla en medio acto.

— Deja de creer tanto en los rumores. — Kokonoi mojó sus labios con su lengua, sus ojos clavados en la castaña quien ahora le miraba fijamente. — Quizá no es tan mala como la pintan.

— ¿La conoces acaso?

— Quién sabe. — El peliblanco comenzó a alejarse. — A veces la vida nos da grandes sorpresas.

Rindo le miró con sorpresa al notar las señas que con sus dedos el contrario hizo.

— Hijo de puta.

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Antojando desde temprano, qué barbaridad.😤

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𝐏𝐫𝐞𝐝𝐚𝐭𝐨𝐫𝐬・[𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢 𝐱 𝐎𝐜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora