Ya es demasiado tarde

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Pau

11 de julio del 2021

Habré leído la carta como cien veces. No puedo creerme que Esmeralda me haya mentido. No me importa una mierda su pasado, aunque tampoco me parece justo que ella esté viviendo la vida mientras que jodió y estafó a muchas personas por el camino. Aquí todos pecamos justos por pecadores y ella no lo ha hecho.

Duele, duele saber que mientras estuvo conmigo, pasó el rato disfrutando de su arco del triunfo.

Esperaba un poquito más de compromiso por parte de ella, pero me siento utilizado. Un juguete que ha usado para pasar el tiempo y después deshacerse de él.

Mis compañeros tenían razón y yo ciego perdido confié en ella arriesgando mi vida y mi trabajo por cuatro polvos de mierda. Lo que más me jode es que en tan poco tiempo me he enamorado de ella. Se ha metido en mi cabeza y no me la puedo sacar. Me despierto pensando en ella y mi último recuerdo antes de cerrar los ojos y dormir es ella.

Si algo tengo claro es yo no soy el perdedor, aquí la que pierde es ella. Se pierde a un tío que la ha querido de verdad, que estaba dispuesto a olvidarse de su pasado y a amarla como nadie antes lo había hecho. Ella pierde todo lo bueno que le iba a dar sin pedir nada a cambio.

Suspiro y me levanto de la cama, cojo la carta y la rompo en mil pedazos para acto seguido tirar todos los pedazos a la basura. Me voy directo a la ducha para ver si al menos puedo reconstruir los pedazos rotos de mi corazón.

Salgo de la ducha y enrollo una toalla en mi cintura. Salgo del baño y justo tocan a la puerta. Al otro lado aparece Eric y suspiro. Le indico con la cabeza que pase y cierra la puerta tras de sí.

Él tenía razón en todo, Esmeralda es una persona fría, manipuladora y muy calculadora. Estaba claro que el catalán la caló desde el primer día y yo preferí confiar en la primera tía buena que se me topó por delante antes que en mi compañero.

-¿Bien? ¿Mal?-Eric se sienta en la cama y yo le pido unos segundos para vestirme.

Me pongo unos boxers y el pantalón del chándal de la selección olímpica. Me peino un poco el pelo con las manos y miro al catalán.

-No sé ni como estoy.

Le cuento todo, desde la primera letra de la carta hasta la última. Eric abre los ojos cuando le cuento las perlitas que ha hecho la acróbata y suspira.

-¿A que estás esperando?-dice y yo me encojo de hombros-. Lleva la carta a la policía y que la metan en la cárcel.

-He roto la carta-suspiro-además de que no quiero que la metan en la cárcel.

Eric se enfada y se levanta furioso de la cama. Se lleva las manos a la cabeza y comienza a andar de un lado a otro de la habitación.

-Tienes que hablar con ella, tiene que ver que no te ha afectado una mierda y que tú no vas a volver a caer.

Asiento y nos disponemos a salir de la habitación. Eric se ha ofrecido a acompañarme y miedo me da el catalán en cuanto vea a la malagueña. Suspiro al pensar que ella es que es lo último que quiero. Su rostro me viene continuamente a la cabeza, su rostro y lo que no es su rostro. Joder si es que me tiene loco.

-Esas tías te engatusan, te follan y luego si te he visto no me acuerdo.

-No creo que ella sea así-la defiendo.

-Pero que no la defiendas-grita Eric.

Cierro los ojos mientras que nos montamos en el coche del catalán. Eric arranca y pone rumbo al circo. Enchufo la radio para despejarme un poco. Necesito desconectar de todo aunque sea al menos diez minutos.

ALTURA ▪︎ PAU TORRESWhere stories live. Discover now