31. El gran día

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Tres semanas después.

Narrador omnisciente

“Hoy es el gran día”.

O por lo menos eso fue lo que pensaron Paula, Mirtha y Peter al despertar. Era el día que habían estado esperando con ansías porque marcaba un antes y un después.

Para Paula significaba triunfo, poder y satisfacción porque a pesar de que ella sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida debido al virus que poco a poco la ha ido debilitando, se daría el gusto de haber acabado con su rival, con quien ella pensaba le había arrebatado al amor de su vida y padre de su hija Zoe.

Para Paula, el padre de su hija significaba todo en la vida, porque fue el único que la apoyó cuando unos hombres del mal mundo abusaron de ella cuando salía del trabajo. Fue Patrick el único que la apoyó cuando quedó embarazada de uno de esos violadores, fue quien le dio trabajo cuando la echaron por estar embarazada, techo, comida, amor, una hija preciosa y dinero.

Mucho dinero, el suficiente para labrarse camino como mafiosa. Algo que no fue fácil pero con el tiempo, gracias a las enseñanzas de Patrick y la buena disposición de sus empleados logró hacer.

Hoy será el principio del final de todo. Hoy se sellaría la alianza que pondría el globo terráqueo a arder.

A Mirtha poco le interesaba el dominio del mundo, en realidad solo le importa dominar el mundo de una persona en específico: su hermano.

El día de hoy significaba mucho para ella porque sería un gran paso el que daría. Paso que la acercaba más a sus objetivos. Por ello no pegó el ojo en toda la noche y así estar pendiente de las cámaras que Paula tenía implantada.

Algo que fue totalmente útil porque descubrió algo que la había dejado conmocionada y que si no tomaba cartas en el asunto, en un futuro, podría complicar las cosas.

La existencia de esa persona era peligrosa, por lo tanto luego de acabar con Paula iría tras ella.

Esa chica fue astuta — pensó Mirtha puesto que logró ganarse su confianza y adentrarse en su vida.

Pero ahora que sabía sus verdaderas intenciones no tendría piedad con ella, así como no la tendría con Paula.

Faltaban dos horas para la reunión y ya Mirtha tenía su plan listo. Isaac ya sabía lo que hay que hacer. Sólo esperaba que todo saliera según lo planeado, en caso contrario dudaba salir con vida de ésta.

Era una apuesta arriesgada pero nunca se había sentido tan segura como ese día, sabía que era una gran oportunidad y que ya era el momento de actuar y demostrar de qué es capaz.

La puerta de la habitación de Mirtha se abre, mostrando a una sonriente Paula que con confianza ingresó al habitáculo mientras Mirtha se encontraba acostada en su cama.

— Buenos días pequeña, ¿cómo te sientes el día de hoy? — la ojiazul voltea a verla y sonríe con malicia.

— Buenos días, me siento con ganas de hacer añicos el mundo, de conquistarlo — una carcajada sale de Paula, la cual al ver el rostro de pocos amigos de Mirtha se tranquiliza.

— Lo siento, es que me parece divertido lo que dices — Mirtha se sienta en su cama y comienza a meditar internamente, no puede alterarse, sino todo el plan se vendría abajo.

— ¿Por qué? ¿por qué no lo crees posible? ¿será que piensas que no puedo lograr mis propósitos, mis metas? — indagó sin quitarle la mirada a la mayor.

— No pequeña, lo digo porque me recuerdas mucho a alguien — dijo de forma nostálgica.

— ¿A quién? — no pudo evitar hacer la pregunta — si se puede saber — añadió en vista que Paula se quedó ida en sus pensamientos.

La Mafia de PeterWhere stories live. Discover now