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La mujer no lo dejó aunque no quería otra cosa más que estar solo y atender el dolor que paralizaba cada fibra de su ser. De vez en cuando movía una pierna o una mano, pero luego solo se concentro en inhalar y exhalar.

Ella lo tocó sorprendentemente suave, pero él todavía se apartó de su mano. Le dolia y aún más cuando ella lo levantó. No había posibilidad de que sus piernas pudieran soportar su peso despues de haber vivido sobre cuatro patas durante tanto tiempo. Sin embargo, trató de mantenerse en equilibrio de alguna manera sobre sus pies mientras él se apoyaba pesadamente en ella para apoyarse.

Hacía mucho frío y todo su cuerpo expuesto temblaba y tuvo que apretar los dientes para evitar que castañetearan. No es de extrañar que los humanos gasten tanto dinero en ropa para cubrirse del frío.

-Ven, subiremos arriba y te limpiaremos -le pidió la mujer y lo empujó hacia la puerta.

Cada paso era agotar y el cemento le dolía bajo sus pies. Se sentía realmente como un recién nacido que tropezaba sin control donde quiera que fuera porque no tenía ni idea de cómo usar su cuerpo. Para él era un misterio cuándo necesitaba y buscaba que articulación doblar o cuándo flexionar un determinado músculo.

-Lo estás haciendo muy bien, cariño -susurró la mujer al llegar a la puerta. Alemania jadeó y se aferró al marco para descansar un momento. Todavía no le agradaba su situación, pero la perspectiva de dejar su celda lo hacía cumplir con sus planes, al menos por ahora.

-казахстан, не могли бы вы мне помочь? ( kazajistán, ¿podrías ayudarme? )

Alemania se estremeció cuando otro par de manos lo sostuvo del otro lado. Lo condujeron a través de un pasillo corto hasta una escalera aparentemente interminable. Aunque tenía una longitud normal, estaba seguro de que nunca llegaría a la cima.

-Ты справишься с этим? ( ¿Crees poder llevarlo? ) -preguntó la mujer al otro quien asintió. Alemania siseó débilmente cuando lo levantaron, pero en secreto se alivió porque los músculos de sus piernas ya temblaban y quemaban por el esfuerzo.

Subir las escaleras no le tomó más de un minuto y suspiró cuando el aire caliente envolvió su cuerpo. A través de su visión borrosa notó una cocina, luego una sala de estar y finalmente un baño con azulejos relucientes y muebles blancos. Tenía que ser de noche porque las luces estaban encendidas y estaba oscuro frente a la ventana.

kazajistán lo dejó sobre la tapa del inodoro cerrada y mantuvo una mani en su hombro para mantenerlo firme. La mujer colocó un paño debajo del grifo y escurrió el exceso de agua después de mojarlo.

-¡N-no me toques! -Alemania se obligó a alejarse e hizo una mueca ante su propia voz ronca.

-Solo te limpiaré un poco.

Si hubiera estado todavía em su forma animal, no habría tenido ningún problema en mostrarle a la mujer exactamente lo que pensaba sobre su plan. Ahora solo podía gruñir débilmente en protesta y soportar todo el procedimiento.

La sangre se limpió de sus manos al igual que tambien el sudor pegajoso junto con la suciedad que se le pegó en su tierna y suave piel. Incluso le pasó el paño húmedo varias veces por la cabeza para quitarle la suciedad de su cabello. Tan pronto como ella se volvió hacia el fregadero, él negó con la cabeza para revertir su intento de domar su cabello. kazajistán rió suavemente y le apreto el hombro.

Después de terminar de limpiarlo, lo llevaron de regreso a la sala de estar y se acurrucó en la esquina del sofá en el que kazajistán lo habia colocado. Afortunadamente, hacía más calor que en el sótano, sin embargo, todavía se estremeció y tomó una manta del respaldo del sofa para cubrir su desnudez.

Una gran ventana cubría casi una pared completa y miró confundido la figura borrosa que se paró frente a ella entre unos arbustos, la parte inferior del cuerpo se encontraba escondida detrás de las plantas. Un rostro pálido con pómulos altos, labios delgados y rosados y una nariz recta lo miraba fijamente y él tiró del labio superior hacia atrás para revelar sus caninos en forma de advertencia. El otro hizo lo mismo pero tenía dientes pequeños y desafilados en lugar de colmillos.

Alemania sospechaba que la persona era bastante delgada y no hacía mucho que había alcanzado la edad adulta.

Curiosamente inclinó la cabeza hacia un lado y el otro también lo imitó ante lo cual gruñó con irritación.

Se apartó los molestos mechones de pelo de los ojos y frunció aun más el ceño cuando el otro volvió a imitarlo perfectamente. Con cautela saludó y jadeó ante el reflejo exacto.

¡No había nadie afuera! Ese rostro era el suyo propio, reflejado por el cristal.

Con cautela, tocó esos delgados labios, dejó que las yemas de sus dedos bajaran hasta su barbilla, subio hasta su mejilla, paso por el puente de su nariz hasta el otro lado y volvieron a bajar hasta su mandibula, donde finalmente se dejó caer estupefacto de nuevo en el sofá. Era imposible que eso era él.

De alguna manera, a pesar de los últimos tres años, no había pensado que su cuerpo humano tambien había crecido. En sus recuerdos, él era un niño que luchaba durante su adolescencia con rachas de crecimiento incómodaa y cambios corporales aún máa incómodos. Y ahora era un adulto. Tan incómodo con su cuerpo cuando era adolescente, pero aún era un adulto física y mentalmente. La comprensión lo dejó estupefacto.

Con atención buscó a los dos desconocidos que aparentemente estaban en la cocina y se hablaban en voz baja. Luego respiró hondo y se quitó la manta. Su suposición era correcta, el cuerpo que tenía ahora era muy flaco con sus huesos claramente visibles bajo su piel pálida. También había músculos delgados, y el hombre aterradoe no era el único con cicatrices.

-Maldita sea..-susurró el alemán, asombrado por está visión desconocida. Movió los dedos de sus pies tentativamente y los presionó contra la suave alfombra de color ocre. Eran totalmente diferentes a sus patas habituales y sin las almohadillas correosas mucho más sensibles.

Rápidamente extendió la manta sobre su cuerpo cuando kazajistán entró en la sala de estar. El hombre era delgado con amables ojos amarillos y unos hoyuelos aparecian cada vez que sua labios se movian un poco. Notó que tambien llevaba tatuajes en el rostro pero estas eran amarillas. Alemania se sintió menos amenazado con su compañía y no tuvo el deseo de gruñirle todo el tiempo.

Quizás kazajistán también era un cambiaformas, tenía ese olor salvaje distintivo en él, pero su cuerpo se sentía demasiado adolorido para preocuparse por eso en este momento. Lo único que quería hacer era acurrucarse en ese lugar bastante cómodo y dormir durante al menos las próximas cuarenta y ocho horas. El solo pensarlo le hizo bostezar.

-¿Te has vuelto a comer todo el atún, plumitas?

El grito de la mujer lo sobresaltó y se escondió detrás del respaldo del sofá.

-Eh...no. -respondió kazajistán con un sonrojo culpable y Alemania se mordió el labio para reprimir una sonrisa.

-Lo hiciste -suspiró la mujer.

-¡Lo siento! -kazajistán la miraba muy arrepentido.

Alemania se acurrucó contra el respaldo y metió las manos debajo de la manta para calentar su nuevo cuerpo, las bromas de los dos extraños se desvanecieron en el fondo.

𝐌𝐈 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐎Where stories live. Discover now