O8.

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Mañana es 3 de diciembre así que capitulo por ese día, hallen la referencia :D 
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—Veo que las cosas con "tu niño" se arreglaron.— Susana sonrió.

—Es cierto, Martín estaba... feliz.— Añadió su Ángela, dirigiendo una mirada rápida a Isaza.- Y tú también, me alegro por ello.

No dijo nada, aún con esa pequeña sonrisa en los labios provocada por Martín. Minutos después su Ángela se ausentó, yendo al baño, en ese momento su Susana le miró y habló de nuevo.

—Juan, no quiero ser yo quien aplique una dosis de realidad porque amo las historias de amor, pero se que monchi no lo hará... —Levantó las manos, apoyándolas sobre la mesa, y supo que iba a decirle antes de que dijera siquiera una palabra.— Está casado, lo sabes, ¿Verdad?

— Lo sé Susi, no tienes que preocuparte. — Ambos sabían que acababa de mentir

Sintió la mano de su Susana apretar la suya en un fraternal, después de todo era su hermana y viendo la situación desde esa perspectiva.— El verano pasado compartieron cosas que superan las barreras de lo que muchos seres humanos conocerán. Este año es diferente. —Hizo una mueca ante la expresión de Isaza.— Lo que quiero decir, es que pienses en las consecuencias, implica dañar a otros y ya no pueden dejarse llevar por los sentimientos.

Lo sabía, desde el momento en el que pisó Francia (es Francia, creo que olvidé mencionarlo, una disculpa) sabía que era solo una despedida efímera para cerrar de buena manera aquel capítulo, un recuerdo que contaría a sus nietos, a los que confesaría que hubo una persona que le robó el corazón y se llevó un pedazo tan profundo de su alma, que no la pudo sanar hasta pasado tanto tiempo y le hizo olvidar lo que significaba amar a alguien. Quizá también les diría que esa persona era un hombre y, solo quizás también les dijera que era el amor de su vida. Todo era una neblina de "quizás" tenues.

Sin embargo, al igual que no estaba preparado para verle cuando llegó, tampoco estaba preparado para dejarle ahora, sabía que era algo igual de inevitable que la muerte, pero su parte más infantil no se hacía a la idea de tener que irse, de nuevo. Seguía siendo un niño, por muy maduro que pareciera a los ojos del mundo.

Aquella comida fue más silenciosa de lo habitual, exceptuando el camarero que parecía ser bastante agradable y la conversación entre sus hermanas en la que Isaza no quiso participar.

Llegaron en cuestión de minutos a la casa de Martín, Silvana estaba sentada en el carro, esa coronilla trenzada había sido sustituida por una coleta y aquel vestido celeste por unos vaqueros y una camiseta de algún grupo de música que él desconocía, era tan diferente a la chica de ayer que al principio creyó que podía ser su hermana a quien veía leer un libro de Poe.

Salieron del carro y fue a saludar, a sus hermanas con un beso en la mejilla y a él con uno cerca de la comisura de los labios, sus mejillas tomaron un poco de color sin que pudiera evitarlo, aún algo abrumado ante esa faceta de Silvana que se le hacía tan extraña e interesante.

Tras ello fue Laura la que les recibió, con el mismo saludo que Silvana les hizo a sus hermanas y les guió hasta el salón, Isaza no había entrado ahí el día anterior, era una de las innumerables habitaciones que habían estado cerradas.

- Lamento la tardanza de Martín. -Se excusó la mujer, sentándose en una de los asientos tras haber traído el café.- Tuvo que ir a hablar con Santiago, problemas con... una de las tiendas.- Añadió ella, cruzando las piernas y con una expresión algo nerviosa, mientras se frotaba el anillo del dedo.

— No es problema, no tenemos prisa. - Añadió Ángela, tras haber bebido un sorbo de café, después se hizo un pequeño silencio que Susana no tardó en romper.

— Bonito juego de porcelana, ¿Es oriental? - Dijo, poniendo la pequeña tacita con grabados asiáticos en esta a contraluz.

— Lo es, es el regalo de bodas de mi hermana.- En ese momento, pasó la mano por el pelo de su hermana, quien estaba a su lado.

Fue un momento incómodo, Laura estaba tensa y el detalle de ella frotándose el anillo no pasó desapercibido, quizá hubieran tenido algún problema, la idea de que Martín le hubiera contado toda su historia le hizo tener un escalofrío, aunque la descartó rápidamente, ninguna mujer en su sano juicio hubiera recibido al ex amante de su marido al que esa mañana había besado, quizá solo había sido una pequeña pelea, ¿Iremos a Maimi o a Bali de luna de miel? o ¿De qué color será la habitación del bebé? no quiso darle más vueltas al asunto, sino se volvería loco.

Martín llegó minutos después y se sentó al lado de Laura, con una pequeña sonrisa mientras ponía el brazo sobre la mano de la mujer y ella se revolvió, a lo que Martín se apartó, sutilmente.

— Perdón, tuve un ligero contratiempo con GNRL. —Se disculpó

— No hay problema. — Susana le restó importancia.

— Teníamos pensado ir mañana al río. — Dijo Martín mirando a los demás.— ¿Quisieran venir?

Y, de nuevo Laura se movió incómoda, frotándose nuevamente el anillo. Isaza la miró de forma sutil, quizá la razón de su incomodidad eran simplemente ellos, pero le pareció extraño, pues el día anterior les había tratado como si fueran conocidos de toda la vida.

Pasaron la tarde en aquel recargado salón, hablaban sobre lo que pasaría mañana, Silvana estaba algo distraída y Laura parecía haberse calmado. Sin embargo Isaza notó la tensión del ambiente, las miradas de Laura hacia su esposo, como si estuviera regañándole en silencio y la sonrisa despreocupada de Martín, que parecía ajeno a todo.

―Tengo que ir al baño

— Yo le muestro dónde está, tranquila. — Dijo Martín posicionando la mano sobre la de Laura, quien solo suspiró y asintió lentamente.

Ambos caminaron entre los pasillos de aquella casa, alejándose cada vez más del murmullo de voces, le enseñó el baño mientras se apoyaba en la pared y miraba fijamente a Isaza, él se limitó a apartar la mirada y entar al baño, sin embargo, sintió una mano entrelazar la suya y como los brazos de Martín rodeaban su cintura.

— Isa... — Dijo el menor e Isaza sintió todo su ser temblar.

— mi niño... — Contestó el mayor, antes de sentir como el contrario unía su boca a la de él.

No estaba bien, no estaba bien disfrutar de los labios del menor, pero sabía que aquella felicidad sería efímera por lo que se prometió aprovechar cada segundo de ella.

Martín se separó, con lentitud y acercó sus labios al oído de Isaza, aún persistían los efectos de la noche anterior en su voz y él sintió como un escalofrío recorría su cuerpo. 

— Te vez hermoso... — comento notando que el suéter que traía no le pertenecía sino que era uno que le había prestado hace unos años, exactamente un tres de diciembre, y si, se acordaba la fecha, pues Martín siempre había tenido ese pequeña cualidad o defecto pero no pensaba decirle a Isaza que atesoraba ese recuerdo, en cambió dejo un beso suave en su cuello, que erizó cada vello de su piel.— Y aunque me encantaría quedarme. —lo miró.— Tengo invitados a los que atender.

Y se fue de allí, con una sonrisa de completa satisfacción. 

Cuando volvió al salón, mucho más relajado, se sentó cerca de Silvana, quien parecía mantener una conversación con su hermana acerca del Pop Art. Sonrió, pues la expresión de Ángela era de fascinación, la misma que le dirigió a Martín cuando ambos hablaban de diseño el verano pasado.

— Creo que le gustaste. —Murmuró cuando se sentó a su lado.— No mucha gente consigue dejarle sin palabras.

Y ella le miró, con una sonrisa brillante mientras se encogía de hombros.— Nadie me gana cuando se trata de esos temas.

La tarde pasó rápida, Martín le miraba cada vez que hablaba sobre porqué Mac Miller era mejor que que otros cantantes de ese genero y a él le gustaba, amaba captar su completa atención.

Amaba que Martín le mirara de la misma forma en la que él lo hacía, tanto que por un momento se olvido de Laura.

𝐔𝐍 𝐁𝐄𝐒𝐎 𝐄𝐍 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐈𝐃:  ─── 𝙞𝙨𝙖𝙧𝙜𝙖𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora