"Sé que sigues pensando en mí, nunca nadie podrá completar mi lugar en tu corazón, Hyung"
En un orfanato ubicado en la zona más pobre de Busan, vivían Sunoo y Riki, dos niños que se querían demasiado.
En su futuro, uno de ellos se negó a crecer y d...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"Setiembre del 2008"
—¿Mamá estás aquí? Es hora de que vayamos al mercado — Un pequeño de cinco años decía mientras buscaba a su madre en su casa.
—¡Por favor! ¡No te volveré a decir nada! ¡Puedes traer a todas las mujeres que quieras a la casa! ¡No me golpees¡—Grito una mujer en el suelo mientras se escondía detrás del sillón de la sala.
—Puedes irte JooYe, mañana te buscaré —Dijo el hombre mientras veía a su esposa llorar en el suelo, sonriendo por la sangre que se deslizaba por la nariz y los labios de esta.
—Bueno cariño, nos vemos mañana —Dijo la otra mujer, está a comparación de la que estaba en el suelo, era hermosa y joven.
Alguien que no se podía comparar con la madre del pequeño, que estaba llena de heridas por todo el cuerpo, marcas que fueron ocasionadas por su esposo.
—Nunca podrás ser tan hermosa como ella, Eun Ji — y así como decía el nombre de la mujer, ella era una flor de bondad.
—¿Pero entonces por qué te casaste conmigo? —Tartamudeo la mujer con dificultad.
—Tú solo fuiste una carga, aquella noche solo planeaba acostarme contigo y salió el estúpido de la esquina —Señalo a aquel pequeño que se encontraba asustado mirando detrás de la puerta.
—Para ti ese niño puede ser un error, pero para mí es la cosa más hermosa en mi vida —sollozo mientras veía a su hijo.
—Estúpida. —Río con ironía al ver a su amante salir de la casa, la mujer más joven no tenía vergüenza de arruinar una familia con tal de un poco de diversión en su vida.
Eun Ji intentó pararse, pero este la empujó contra el suelo —¿¡Quien te dio permiso de irte!?
—Iré a hacer las compras para el almuerzo de hoy... —Eun Ji acomodó su cabello detrás de su oreja y con la cabeza agachada se paró.
—¿¡Y quién demonios te dio permiso de irte!? ¡Tú no irás a ningún lado estúpida! Te quedarás a escuchar todo lo que diga —grito el hombre y le jaló el pelo.
—Tengo que darle algo de comer a nuestro hijo —La pelinegra miro furiosa a su esposo.
Si se trataba de su hijo ella podía soportar todos los golpes e insultos, era su pequeño, tan inocente e inofensivo.
—¡Ese niño no va a comer hoy si tú no te callas y escuchas! —El hombre estaba en un estado de ebriedad muy alto y sería imposible hablar con él.
—Necesito ir al mercado, Sunoo no ha comido desde hace dos horas, tenía que esperar a que ella se fuera —Dijo la mujer con los ojos rojos.
—¡Te he dicho que te calles! —le dio una bofetada haciendo la caer nuevamente.
