#Misbehave

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En tu corazón manchado de lágrimas...

Cuando abrió la puerta y dio un paso fuera de la entrada de su casa, sintió que su pie se hundía en algo suave y crujiente. Asustado miró hacia abajo y vio que había pisado un gran ramo de rosas castañas. Por un momento se sintió descolocado y se quedó mirando las flores. Luego, confundido, miró alrededor. Por supuesto que alguien se había equivocado de entrada, en definitiva todas las entradas en esa cuadra, eran bastante similares y se prestaba a confusión muy seguido. Se agachó, recogió el ramo y lo inspeccionó. Había una pequeña esquela. Perfecto, iba a poder devolverlas a su afortunado dueño original. Sonriendo agarró la notita.

'Eres hermoso. Me encanta todo de ti, Hoseok'.

Frunció el ceño y su semblante se ensombreció. Volvió a mirar alrededor. ¿Quién le dejaba rosas en su entrada? No conocía a nadie en la ciudad, había llegado hacía apenas dos meses y sólo alternaba con la gente de su trabajo y sus dos mejores amigos. Y ahora tenía una admiradora. Se encogió de hombros, entró de nuevo a su casa, puso las rosas sobre la mesa y salió de nuevo para el trabajo. No volvió a pensar en las flores hasta que llegó a su casa esa noche.

HyungWon vio como Hoseok se inclinaba para recoger el ramo. Sonrió. Cuando pasó por la florería y vio las rosas castañas supo que eran perfectas para Hoseok. Porque Hoseok era, bueno, perfecto. Cuando lo vio por primera vez, en el pasillo de aquel supermercado, intentando elegir una marca de ramen, concentrado y frunciendo la nariz, supo que ese hombre era el amor que había estado esperando. Lo observó a la distancia, recorriéndolo con la mirada y deleitándose con cada gesto del chico, sus ojos pasearon por esos brazos fuertes, memorizando cada músculo. Si cerraba los ojos aún podía decir con precisión qué ropa usaba Hoseok ese día. Remera gris, ajustándose a ese torso perfecto, pantalones cargo verde militar que lo hacían ver aún más imponente de lo que era. Sus orejas algo prominentes pero que en él encajaban a la perfección... Era sencillamente perfecto. Lo siguió entre la gente, con una ansiedad que iba creciendo en él como nunca antes. Sabía que estaba mal lo que estaba haciendo, nunca antes había hecho nada parecido, pero Hoseok valía la pena el riesgo. Lo siguió las cinco cuadras que lo separaban del supermercado a su casa y con una sonrisa de satisfacción pudo comprobar que ese hombre de ensueño vivía muy cerca suyo. ¿Cómo no lo había visto antes? Solía pasar por la entrada de su casa casi todos los días. Caminó despacio, sin perderse detalle del hombre que caminaba cargado de bolsas a unos metros. Estuvo tentado a ofrecerle su ayuda pero no sabía cómo podía llegar a tomar el que un extraño de repente se ofreciera a ayudarlo con las compras. No quería asustarlo. Entonces un chico cruzó corriendo hacia el hombre.

'¡Hoseok!'-gritó. Así que así se llamaba ese bombón. Hoseok. Un nombre hermoso para un hombre hermoso. Caminó feliz pasando por al lado de los dos hombres que reían alegremente con una sensación de triunfo. Hoseok.

—¿Y esas flores? —Hoseok miró a su amigo que tenía el ramo entre las manos

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—¿Y esas flores? —Hoseok miró a su amigo que tenía el ramo entre las manos.

—No sé. Salí hoy a la mañana de casa y estaban en la puerta —se encogió de hombros y su amigo leyó la notita.

NIGHTMARE | 2WonWo Geschichten leben. Entdecke jetzt