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Yo nunca fui boy scout, pero siempre estuve completamente de acuerdo con su lema de que hay que estar preparado.

La preparación era, en gran parte, la causa de que mi negocio fuera tan exitoso.

También era el motivo de que ninguno de mis sumisos hubiese utilizado su palabra de seguridad.

Si la gente estuviera más preparada, el mundo funcionaría mucho mejor.

Y por eso pasé parte de la tarde del miércoles en mi joyería favorita.

Si el fin de semana de prueba de Jimin salía bien, quería tener el collar preparado.

Y después de ver lo bien que lo había hecho durante la entrevista en mi despacho, estaba seguro de que todo saldría bien.

Observé los collares que habían en el escaparate.

Mis anteriores sumisos habían llevado sencillas gargantillas de plata, pero para Jimin quería algo más.

— Señor Min —dijo el dueño, acercándose a mí— ¿En qué puedo ayudarlo esta vez?

No me impresionaba nada de lo que había visto.

— Estoy buscando una gargantilla. De platino. Quizá con algún diamante.

Los ojos del dueño se iluminaron de alegría.

— Tengo justo lo que está buscando. Ha llegado esta mañana y aún no he tenido tiempo de ponerla en el expositor.

Desapareció en la trastienda y poco después reapareció con un estuche de piel.

Dentro había una gargantilla exquisita, hecha con dos gruesas tiras de platino entrelazadas, llenas de diamantes incrustados.

No me costó imaginarla alrededor del cuello de Jimin.

Mi collar.

Mi sumiso.

— Es perfecto —le dije al joyero.

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La noche del viernes, decidí prepararle la cena a Jimin.

Antes de empezar nada, quería que se relajara.

Darle la oportunidad de preguntar lo que quisiera o de exponer sus dudas.

Quería que se sintiera cómodo durante todo el fin de semana, o tan cómodo como fuera posible.

Cociné uno de mis platos favoritos y repasé los planes que tenía para el fin de semana.

No quería acostarme con él todavía.

Eso podía esperar mientras probaba otras cosas.

Y de paso pondría a prueba mi propio autocontrol:

Tenerle cerca y no tocarle.

También establecí una nueva norma:

No lo besaría.

Teniendo en cuenta que estaba quebrantando muchas de mis reglas habituales, me pareció justo imponer una nueva para compensar.

Una parte de mí pensaba que era una tontería creer que no besar a Jimin me proporcionaría, de algún modo, la distancia emocional necesaria.

Pero la verdad era que él quería ser mi sumiso.

No me quería como amante.

Mientras consiguiera no olvidar en todo el fin de semana que nuestra relación sería sexual y nada más que eso, yo estaría bien.

✔ ☦Đø₥ιɳαɳтɇ☦² 【YM】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora