siete.

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Justin se paró frente al espejo de cuerpo entero, repasando su atuendo. Llevaba un t-shirt con mangas de rayas finas color blanco y negro, unos jeans negros no muy ajustados y unas botas timberland. Se veía bien, o al menos estaba vestido adecuadamente para el lugar que irían. 

Se peinó el pelo hacía atrás, se lo estaba dejando crecer por lo que le molestaba en el rostro. Roció perfume por todo su cuerpo, y tomó su reloj de muñeca. 

Bajó las escaleras del apartamento, y saludó con una sonrisa a la Sra Rose, la dueña de la florísteria de abajo. 

— Buen perfume, bien vestido, y pelo perfectamente peinado. ¿Vas de fiesta, cariño? — preguntó la simpática señora. 

— De hecho, voy a una cita — sonrió como niño pequeño. 

— ¡Ay! ¡Me alegro por ti! ¿Tendré la oportunidad de conocer a la afortunada? — enarcó una ceja. 

— Tan solo es una cita, Rose. No creo que lleguemos a algo serio — hizo una mueca. 

— ¡Oh, cariño! ¡¿Qué cosas dices?! — Justin se encogió de hombros — Espera, te daré algo — dijo y se adentró en el local. 

Luego de unos minutos salió de allí con una rosa en sus manos. — Dale ésto a las chicas, seguro le encantará. Las rosas azules son muy extrañas — Justin sonrió y tomó la rosa que le entregó Rose.

La tomó inseguro pensando en que se iba a pinchar con las espinas, pero la linda Rose se había encargado de quitarselas. — Buena suerte, guapo. ¡Pasala bien! — Justin sonrió agradecido y le dió un leve abrazo. 

Salió de allí con la rosa en sus manos y se montó en su auto. Depositó la rosa en el asiento del pasajero y condució hasta la dirección que Amelía le había envíado por mensaje de texto. 

Mientras Justin conducía, Amelía se encontraba dando vueltas por su habitación nerviosa. 

Le asustaba el hecho de que Justin iba a pasar por ella. ¿Y si su padre salía? ¿Y si una de sus hermanas decía un comentario de mal gusto? O lo peor ¿Y si su madre decide conocer a Justin? ¡Sería un desastre! Le pediría que se quedase a cenar y le mostraría fotos vergonzosas de Amelía cuando pequeña, y debo recordar que en su infancia parecía un chico. 

Amelía nunca ha sido de las princesitas femeninas. 

Justin aparcó el auto en las aceras de la enorme casa que tenía frente a sus ojos. Se desmontó del auto con la rosa en sus manos y se acercó a la puerta de dos plazos, para tocar el timbre. 

Luego de unos minutos una señora con uniforme abrió la puerta. — ¿Puedo ayudarle en algo, joven? — preguntó amablemente. 

— Vengo por Amelía — informó, y extendió su mano para saludarla educadamente. 

— Oh si, la señorita me dijo que estaba esperando a alguien. Aguarde un segundo — Justin asintió y la señora se perdió por las grandes escaleras, mientras gritaba el nombre de Amelía. 

Los tacones de Amelía resonaban en cada escalón que ella bajaba. Justin elevó el rostro y la admiró mientras se acercaba hacía el.

— Hola — sonrió y se acercó a su mejilla, depositando un lindo beso. 

— Hey ¿Estas lista? — Amelía asintió. 

— ¿Crees que estoy vestida correctamente? — señaló su atuendo insegura. 

— Estás perfecta — sonrió. 

Amelía agachó el rostro, para que su pelo cubra su rostro sonrojado. 

— Traje ésto para ti — extendió la rosa que tenía en sus manos hacía ellas. 

— Oh, gracias. Está muy bonita — sonrió — ¿Me permites ponerla en agua antes de irnos? — preguntó y Justin asintió. 

Amelía se adentró en la cocina y tomó un vaso de cristal, lo llenó de agua y luego depositó la rosa en éste. Dejó el vaso de cristal sobre la meseta y salió de allí, para luego seguir a Justin hacía su auto.

— ¿Te gusta la comida china? — preguntó Justin. 

— ¡Me encanta la comida china! — Justin sonrió, mientras le agradecía a Cara mentalmente por haberle dado la idea de ir a comer comida china. 

Justin no estaba muy seguro de aquella idea, pues muchas personas odian la comida china.

Justin aparcó en el aparcamiento del restaurante "Shangai" y se desmontó rápidamente, para poder tener la oportunidad de abrirle la puerta a Amelía. Amelía sonrió agradecida, y Justin tomó su mano para ayudarla a ponerse de pie. 

El restaurante tenía un ambiente moderno, con luces de neón color azúl y unas que otras palabras chinas por los alrededores.

 — ¡Bienvenido a Shangai! ¿Mesa para dos? — preguntó el chino que se encontraba en la entrada del local, en un extraño acento. 

— Tengo reservación, a nombre de Justin Bieber — sonrió. 

El empleado miró la lista que tenía en sus manos y luego elevó el rostro dándoles una sonrisa a ambos — Síganme — indicó. 

Justin tomó de la cintura a Amelía y caminó mientras seguía al señor. La mesa que Justin había reservado se encontraba en un lugar un poco apartado — corrección — La mesa que Cara había reservado para Justin se encontraba en un lugar un poco apartado de los demás. 

— Es un lugar muy bonito — comentó Amelía mientras admiraba la lampara que se encontraba sobre su mesa. 

— Si, Cara me ayudó a encontrarlo — dijo Justin.

— Son viejos amigos ¿Cierto? — preguntó con una sonrisa. 

Justin asintió — La conocí una vez me mudé aquí a Nueva York. El único que conozco de toda la vida es a Ryan. 

— ¿Dónde vivías antes de mudarte aquí? 

— Cánada. Viné porque aquí las oportunidades en mi carrera son mejores — Amelía asintió. 

— Es tu sueño. ¿Cierto? — Justin asintió. 

— ¿Y tú? ¿No tienes sueños? — preguntó. 

Amelía frunció el ceño, mientras pensaba en que decir. Pero, la verdad es que no sabía. Quizá porque toda su vida era un sueño para alguien ella no tenía sueños, o porque su padre se pasa todo el tiempo controlándola diciéndole lo que debería hacer ella nunca había pensado en lo que le gustaría hacer por ella misma. 

— No lo sé — contestó confundida, y Justin frunció el ceño extrañado. 

Decidió no preguntar nada más, pues el mesero se había acercado hacía a ellos preguntándole que iban a ordenar. Amelía ordenó un pato laqueado a la pekinés y Justin sushi, ya que no tenía mucho conocimiento en la comida china no quería ordenar algo que luego no le gustara. 

El pato laqueado de Amelía suena asqueroso, pero irónicamente no es pato. Simplemente es pollo bañado en una salsa extraña. 

Luego de ordenar ambos siguieron platicando. Amelía le contó sobre su madre y su experiencia con los celulares y Justin continuó el tema, contándole que su hermano menor de cuatro años le manda mensajes desde el celular de su padre. 

n.a: 

para que se hagan una idea el outfit de Justin es el que uso para el cumpleaños de Ellen en su show. KLASHD A QUE LUCÍA HERMOSO AHÍ, ah. y el outfit de lauren está en la multimedia. 

¡COMENTEN SI LES HA GUSTADO! 

arrestados.✧Where stories live. Discover now