Y ya que estáis por aquí, subo el siguiente capítulo. Es que originalmente era uno, pero quedaba demasiado largo, así que lo corte y en fin 😅
Comencemos
😊
En este capítulo encontrarás contenido +18. Si no quieres/puedes leer este tipo de escenas, evita la parte entre los banner de +18. También advertir de que Dawi es Dawi y bueno, puedes encontrar palabras no adecuadas para tu país/región. Por favor, entended que en donde vive Dawi es la manera normal de hablar y que no tiene ninguna connotación más allá de un nombre (tenía que elegir una Dawi eligió esta...). Si os incomoda, sustituidla por la que estéis acostumbrad@s. Y sin más que decir, adelante. 💖
Despertó por segunda vez por una sensación conocida. El celo estaba volviendo. Cuando era un niño, creía que bastaba con copular una vez para formar el vínculo, pero luego supo que no era tan fácil y que, dependiendo de la especie, podía tardar desde varias horas a varias semanas en desaparecer. Aquello significaba que se estaba con la pareja de manera regular hasta que el vínculo se volvía estable. Según les explicó Sarnat, parecía estar relacionado con el olor, ya que el de ambos miembros de la pareja cambiaba al mezclarse, pero nadie parecía estar seguro.
Los más rápidos eran los conejos, para los que bastaban un par de horas, uno de los que más tardaba era el de los lobos, que podían tardar semanas y que él fuese un zorro tampoco ayudaba. Estaba condenado a pasar las próximas semanas sin salir de su casa copulando con aquel lobo idiota. Claro que, para disfrutar de eso, primero tenía que regresar al pueblo, a su casa. Entonces tendría a su disposición lujos tan deseables como una cama, mantas y un fuego.
—Está comenzando de nuevo —señaló Nalbrek.
—Lo sé.
—¿Quieres hacerlo ya?
—Las feromonas son demasiado débiles —rechazó.
Cuando se llamaban, ellos segregaban feromonas y al sentir las del otro, aumentaban su propia secreción entrando en una espiral que no se detendría hasta que no copulasen, nublando su juicio poco a poco. Algo que estaba demasiado lejos de pasar.
—¿Vas a esperar a que nuestra parte animal tome el control?
—Desde luego que no —rechazó—. No estoy tan loco como para hacerlo con un lobo que está dominado por el celo, quiero vivir.
—Los lobos no matamos a nuestras parejas.
—Solo los marcáis mordiéndoles el cuello y, una vez que entráis, os ancláis a vuestra pareja, por lo que no podéis sacarla hasta que no acabáis.
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Cambiantes. Libro I Destino
RomanceSe dice que nadie puede romper el hilo rojo. Un zorro que sabe muy bien lo que quiere. Un lobo que intenta vivir lejos de un pasado siempre demasiado cerca. Ambos unidos quizás por capricho del destino, quizás porque sean justo lo que necesitarán pa...