Empire State

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― ¿En serio te irás? ―Jisu la mira, con una ceja alzada.

Se puede decir muchas cosas, pero nadie nunca se atrevería a decir que Shin Ryujin es una perdedora... Absolutamente nadie, por eso Jisu está detrás del escritorio de su oficina, mirándola con una ceja alzada, juzgando todo su ser por primera vez en su vida. Prefiere hacer eso antes de decirle directamente que esta vez... Si ha perdido.

― Creo que New York no es para mí... ―ella murmura, con la cabeza cabizbaja.

― Por primera vez podrías decir que simplemente esto no fue lo tuyo. Que perdiste y eso no es malo.

― ¡No he perdido nada!

― Ryujin. Has dicho que ni siquiera conseguiste entrar en esa prestigiosa academia de baile. ―la mujer, que evidentemente parecía ser su amiga, no puede evitar no contraatacarla.

― Ellos se lo pierden. ―sus manos introducidos en los bolsillos del pantalón, apretaron fuertemente la tela con rabia.

Esa gente había pasado a llevar el ego de la grandiosa Shin Ryujin.

La mujer, de un característico cabello rubio a la altura de sus hombros, con una expresión facial que puede llegar desde desearte la muerte hasta ser un inocente gatito, es todo lo que mundo querría. Una mujer con un desplante esplendido, dueña de su cuerpo y movimiento, experta en expresiones faciales y por qué no decirlo: una excelente bailarina.

Entonces, no es casualidad que ella esté aquí. En Corea iba bien. Había trabajo para bastantes bailarines dentro del entretenimiento coreano, ya que eso se estaba masificando muchísimo y de un día para otro la demanda por bailarines y coreógrafos estalló completamente. Miles de compañías los solicitaban y claro, Ryujin no era la excepción junto a Yeji. Era uno de esos dúos nacionalmente reconocido en el mundo del baile, desde pequeñas en danzas callejeras por Jeonju o Busan hasta la gloriosa capital de Seúl. En su adolescencia pasaron por diferentes academias de bailes con tal de encontrar su estilo y luego para desafiar a cada persona, un título de danza y coreografía.

Era así hasta que Yeji decidió enamorarse y seguir como un perrito faldero a Jisu. Claro, no es que Ryujin dependiera de Yeji, pero con ella tenían una esencia: un baile que podía ser agresivo hasta lo más delicado y expresivo. Pero Shin nunca pierde, así que siguió sola su camino.

Yeji viajó a New York con Jisu, ésta última consiguió trabajo como diseñadora en una reconocida marca de lujo.

Todo marchaba bien, hasta que en uno de sus semanales llamadas de amistad, Yeji parece tan feliz en decirle lo espectacular que es el mundo del baile en New York. ¡Acá puedes hacer todo! Eran las palabras más repetidas y por un momento Ryujin estaba alucinando al pensar tanto en esa maldita estatua de la libertad que literalmente pensó que si era un símbolo fidedigno de una ciudad como esa. Entonces la siguiente pregunta, después de tanto tiempo por fin surgió y, no necesariamente de la misma Yeji, sino de su adorable y elegante novia, Jisu: ¿Por qué no vienes a probar suerte acá?

Esa fue la maldita pregunta que la trajo hasta este maldito fracaso. Por lo tanto, ella tiene todo el derecho a echarle la culpa a Jisu ¿No es así? Pero también es su culpa por decir que sí como una estúpida sabelotodo y tomar el primer vuelo luego de arreglar todos sus pendientes y despedidas familiares en Corea. Y es que Ryujin iba a bordo de ese avión con un sentimiento despreocupado.

¿Por qué Yeji y Jisu no fueron capaces de decirle que New York no es ni una pizca de igual que Seúl? Claro, allí pueden tener Samsumg y LG pero en este otro lado del mundo tiene Apple.

Y todo lo que Shin Ryujin creía que era papa comida, le fue restregado en la cara su ego y su confianza.

Meses perdidos. Orgullo perdido.

𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍 𝐎𝐅 𝐍𝐄𝐖 𝐘𝐎𝐑𝐊 | [ryuryeong - mini fanfic]Where stories live. Discover now