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Una semana, fue la peor de todas.
Desde tener que comer solo en la azotea hasta no tener compañero para el trabajo en parejas que se dejó. ¿Qué pasaba? Odiaba al profesor de Historia que fue el que dejó aquel trabajo, justo era la única clase que no compartía con el cenizo.
Durante las prácticas su concentración desaparece cuando escucha la risa de una jovencita que pasea de lo más feliz con el chico que lo trae mal. Intentó ignorarla pero el enojo lo segó haciendo que soltara la ya de forma torpe, dando en el blanco, pero el movimiento brusco, carente de delicadeza y concentración que siempre posee, llamó la atención de todos. El entrenador miró desconcertado al bicolor haciendo una pregunta muda sobre qué rayos pasaba, el enojo era visible en los iris heterocromáticos. Bajó el arco y lo dejó sin más en su lugar mientras que sus pisadas resonaban en el lugar más de lo que quisiera. Soltó un bufido frustrado y comenzó a hidratarse, como si eso fuera a aliviar su molestia.
Algo pasaba, y tenía que ser sumamente importante para que afectara la concentración del mejor del club. ¿Por qué? era la pregunta que rondaba la mente del bicolor. ¿Por qué no puedo ser yo?, sin darse cuenta su vista se volvió borrosa cuando escuchó la risa del cenizo, estaba feliz por su mejor amigo. Pero entonces ¿por qué duele? ¿Por qué le dolió tanto ver como el de iris rojos pasaba su brazo por los delicados hombros de esa hermosa chica? ¿Por qué le dolió en el alma ver como ella usaba tu chaqueta del equipo? ¿Por qué le dolió que Katsuki le sonriera a él mientras abrazaba a la castaña? Sin darse cuenta sus lágrimas salieron de su cuencas y resbalaron por sus mejillas, no sollozó, pero soltaba pequeños suspiros esperando calmar su llanto casi silencioso. Que iluso fue pensar que nadie se dio cuenta que estaba llorando.
Tomó su botella de agua y empezó a beberla toda importándole poco si se llenaba con ésta. Solo uno, de todos los presentes, tuvo la valentía de acercarse al chico y preguntar.
--Todoroki-san, ¿Se encuentra bien?
La pregunta estaba de más, pero la pelinegra no quería ser descortés e ir de frente al grano sabiendo que no tiene la total confianza del chico. Solo ahí el bicolor cayó en cuenta en el lugar que se encontraba, la vergüenza lo invadió y limpió sus lágrimas con el dorso de sus manos. No le respondió verbalmente a la chica, un asentimiento acompañada de una sonrisa fue su respuesta. Dispuesto a volver al entrenamiento, el hombre de avanzada edad habló.
--Ni se te ocurra ir por tu arco de nuevo, Shoto.--Todos se sorprendieron, la mayoría sabía lo que pasaría. Pero era la primera vez que el bicolor era el involucrado.--Anda a casa muchacho.--Shoto estaba a punto de hablar pero el hombre le ganó.--Vuelve cuando tu corazón esté mejor y cuando encuentres la paz que desde hace un tiempo has ido perdiendo, hijo.--Yoshino, a pesar de ser familia nunca por ese motivo hubo preferencias, Shoto llegó a ser el capitán por su propio esfuerzo.
