5 Esfera roja: Fortaleza

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Ser valiente no es no tener miedo, es tenerlo, y aún así sacar fuerza para hacer lo que debes.

Cuenta regresiva: 3...

*

No era la primera vez que tenían sexo en la oficina. Desde que habían fundado Demon Publishing hacía un año, él y Elizabeth habían hecho el amor ahí muchas veces. Meliodas usaba aquel espacio no solo como un sitio de trabajo, sino como un refugio, una extensión de su hogar convertido en centro laboral. El lugar lo hacía sentirse cómodo y seguro, y aunque no era exactamente igual que la biblioteca de Camelot, su esposa se había encargado de acondicionarlo de tal forma que cada detalle le recordara su pasado juntos.

Los muchos libreros que ahí había eran de madera clara, el piso tenía los mismos acabados marmoleados, e incluso el aroma a vainilla perduraba en el inmaculadamente limpio espacio. Si a eso le sumaba todo lo que ella había añadido de decoración por las fiestas, era su definición de fantasía erótica navideña. El árbol blanco al fondo de todo estaba decorado con luces cálidas, festones dorados, bastones de caramelo y, para confusión de todos los empleados, pequeños ramilletes de árbol de frambuesa.

—Pero jefe —Había dicho su secretaria—, ¿No se supone que lo que debe de colgarse es acebo?

—No —contestó él quitándose los lentes y ruborizándose con timidez—, para nosotros, tiene que ser frambuesa. Descuida, estoy seguro de que también se verá muy bien. —Y tenía razón. Los humildes frutos esparcidos por aquí y por allá eran como pequeños guiños, cómplices de los sensuales encuentros que ocurrían a puerta cerrada, justo como el que estaba pasando en ese momento.

—Ahhh... ahhh... Meliodas... —Elizabeth estaba acostada de espaldas sobre el amplio escritorio, con las piernas enrolladas en su cadera y los pechos al aire rebotando con cada una de sus embestidas. Su pelo plateado se esparcía entre plumas y libros, trataba de agarrarse como podía de las orillas del mueble, y tenía una expresión tan adorable que sencillamente lo volvía loco. El rubio le estaba dando el mayor placer que podía acorde a las "circunstancias especiales" que requería. Su demonio nunca había sido de "ir suave". Su naturaleza oscura le exigía ser rápido, duro, intenso... aunque por esta vez, había decidido hacer una excepción. Después de todo, era navidad, y aunque él no tenía demasiado que ver con cosas como la paz y la luz, había considerado que lo justo era tratar de darle todo eso a su mujer en ese día tan especial. Y la peliplateada lo estaba disfrutando muchísimo.

El miembro de su esposo, grueso y palpitante, se introducía en ella de forma muy lenta, pero tan profunda que la tenía temblando gozosa. Su largura la llenaba, inundaba sus entrañas de calor y sedosa humedad. Cuando llegaba al fondo, sus movimientos de cadera la hacían sentir como si se derritiera por dentro, y cuando salía, sus paredes trataban de retenerlo apretando con fuerza. Se retiraba hasta que solo quedaba la punta dentro de sus rosados pliegues, su sexo se contraía como loco buscándolo, y tras un segundo de ausencia, volvía a meterse en ella dilatando su vagina y generándole una exquisita sensación que la hacía arquearse de placer. Y sus atenciones no paraban ahí.

Las dos manos del rubio se aferraban a la suave carne de sus pechos, apretando con la misma lentitud con la que la embestía, pero con tal fuerza que la piel se estaba poniendo de color rosa. Los amasaba, hacía que sus pulgares jugaran con los pezones, y cuando menos lo esperaba, se inclinaba un poco para soplar sobre ellos haciendo que se endurecieran. Ella estaba completamente extasiada, con los ojos cerrados suavemente, las mejillas encendidas, y la boca abierta en un gesto de absoluto deleite.

—Vaya, es una pena cariño —dijo él mientras se retiraba nuevamente y la oía gemir—. He arruinado el adorno que pusiste en mi escritorio.

—¿Qué? —Medio mareada de placer, la albina vio cómo su esposo levantaba una canastita hecha de ramas con la punta del dedo, y le mostraba que todos los arreglos de caramelo, frambuesas y muérdago se habían caído sobre la mesa y el piso.

Esferas de Navidad - Especial Diciembre 2020Where stories live. Discover now