Capítulo 3

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Alejandro no había reído demasiado desde hace tiempo. Alfred le contó varias anécdotas divertidas cuando estaba en la universidad, incluso algunos momentos desastrosos ocurridos en el laboratorio— por fortuna nada graves— ya fueran con los cambiaformas o con los médicos.

El día que Alfred le prometió estaba cumpliéndose. En esos momentos iban camino a conocer a otros cambiaformas, Alejandro no pudo evitar ponerse nervioso, hacía años que no había convivido con otro similar a él. Alfred trató de animarlo diciéndole las cualidades positivas que sus amigos tenían.

Pero conforme se acercaban a la sala donde ellos se hallaban, la tensión en el cuerpo de Alejandro se hizo notar.

—Ale, no te preocupes, estoy seguro que les vas a agradar —Alfred posicionó su mano sobre el hombro del menor, sonriéndole a la vez.

—Eso espero. No quiero asustarlos ni incomodarlos con mi forma animal —confesó Alejandro entrelazando sus manos y moviéndolas con nervios.

—Se acostumbrarán rápido, además ellos no juzgan por las apariencias, créeme.

Alejandro le sonrió con amabilidad. Si Alfred le estaba asegurando aquello entonces debía ser verdad.

A pesar de apenas conocerlo, Alejandro sentía una gran comodidad estando cerca de Alfred, la actitud del rubio le recordaba un poco a la actitud de su madre, siempre rodeada de luz y gran carisma, pero también encontraba un poco de su hermana con su egocentrismo.

El menor estaba empezando a querer al mayor como un amigo.

—Ya llegó su médico favorito, el grandioso Alfred Jones.

Alfred entró a la sala abriendo la gran puerta de manera triunfal. Todos los presentes alzaron su vista hacia ellos. Alejandro movió su cabeza de modo que no viera a nadie a la cara, estaba avergonzado.

—¡Alfred!, ¡grandísimo idiota! ¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de aparecerte así? —un rubio se acercó a Alfred, tomándolo de los hombros para empezar a sacudirlo.

—Arthur, mon amour, deja de sacudirlo —otro rubio de cabello largo llegó a sostener al rubio más pequeño.

—Francis, rana idiota, ¡suéltame! —Arthur comenzó a moverse en un intento de liberarse.

—Arthur-san, mantenga la calma se lo pido —un joven de rasgos asiáticos también se unió a la escena.

—Bien, pero que Francis me suelte —espetó el rubio entre pequeños gruñidos.

—¿Me prometes que no intentaras destruir la poca inteligencia que queda en Alfred?

—¡Hey!, sigo aquí —bufó Alfred.

—Lo prometo.

En cuanto Francis lo soltó, Arthur miró con enojo a Alfred para luego percatarse que no venía solo.

—¿Eres nuevo? Porque si es así, te recomiendo que no te juntes mucho con este par de idiotas, solo querrán sacarte canas verdes —advirtió mirando primero a Alejandro, después a Francis y a Alfred.

—Eso no será posible, Iggy —habló Alfred en tono firme—. Andrew me asigno como su médico personal, entonces debo estar cuidándolo la mayor parte del tiempo.

—¿Así que tú eres el "raro" cambiaformas del que tanto hablaban?

La pregunta de Francis no fue realizada de forma ofensiva. Pero Alejandro se sintió incómodo, la mayoría de las miradas estaban fijas en él, Alfred lo notó colocándose frente a él.

—Lo es, pero no quiero que nadie en este lugar hable a sus espaldas mucho menos quiero llegar a enterarme que lo rechazan haciéndolo menos solo por ser un híbrido, ¿quedo claro?

Piel y Escamas | UsamexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora