Capítulo 11

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Cuando Alejandro salió del baño, Alfred entró. La mirada llena de picardía fue compartida por ambos.

Alejandro estaba usando únicamente su toalla que cubría su entrepierna. Sabía que minutos más tarde no iba a necesitarla.

Sacudió la sabana de su cama para quitarle el polvo que se acumuló gracias a su ausencia. Aún seguía dudando sobre decirle la verdad a Alfred. Mintió cuando le preguntaron cómo fue que llego al laboratorio.

Sus nuevos amigos parecían ser ajenos a la realidad de ese lugar. No quería ser la persona que se encargara de abrirles los ojos. Sin embargo, ahora que era pareja de Alfred los secretos no podían ser posibles.

Tal vez el rubio ya tuviera sus sospechas acerca de ello. No entraría en detalles esa noche. No. Ese momento no estaba planeado para eso.

Luego se encargaría de revelar todo.

Terminó de secarse justo a tiempo cuando dejo de escuchar como el agua caía de la regadera. Lo admitía. Estaba nervioso.

Iba a ser su primer encuentro sexual en lo que llevaba de vida. Antes de Alfred, nunca deseo unirse a alguien de esa manera, lo veía innecesario y como si fuera una pérdida de tiempo.

Alejandro sabía que su especie de cambiaformas no era sexualmente activa hasta que se vincularan con su pareja de por vida.

Debido a su pasado asocial nunca sintió la necesidad de intimidar con alguien para crear un vínculo inquebrantable y continuar con su linaje.

Ahora la situación había cambiado.

Alfred entró a la habitación usando una toalla prestada de la misma forma que él. Finas gotas de agua continuaban en su cabello, escurriéndose hacia su rostro. Hacían contraste con la luz del foco de la habitación.

El híbrido se sonrojo y desvió la mirada. Su pareja se veía increíblemente sexy. Alfred no tenía tantos músculos, pero tampoco era un escuálido.

Aquel apodo de gordis no era precisamente por su peso. Alejandro se lo puso cuando lo encontró comiendo una gigantesca hamburguesa que apenas la termino saco otra del mismo tamaño.

¿Cómo era posible que comiera eso sin engordar? El hibrido sintió envidia de aquello.

Abrió los ojos de par en par cuando sintió un peso encima suyo. Alfred lo había recostado sobre la cama. En sus iris reflejaba el deseo hacia él. Incluso sin los lentes lucía demasiado atractivo.

Alejandro tragó duro, su cuerpo tembló cuando el rubio lo sujeto de la cadera.

—Darling —llamó en un murmuro.

—Alfred —Alejandro sonrió entre dientes. A pesar de que su rubor delataba lo nervioso que se hallaba.

—¿Quieres hacer esto?

El hibrido cambio su expresión a una confusa.

—¿Por qué preguntas eso, si ya sabes la respuesta?

—Honey, te amo y por eso estoy dispuesto a hacerte el amor —confesó. Alejandro arqueó una ceja—. Lo que oíste, baby. Quiero hacerte el amor, no deseo que tengamos sexo únicamente por el calor del momento. Quiero unirme a ti y hacerte sentir especial, más de lo que ya eres, lo entiendes, ¿no?

—Si, Al. Lo entiendo —el castaño sonrió enternecido—. Y ahora qué me dices esto, estoy más seguro que antes. También me quiero unir a ti.

Really? —el rostro del rubio demandaba felicidad extrema.

—Si, mi güerito pendejo.

Alfred parpadeó confundido.

—Después te explico. ¿Vas a empezar o quieres que-

Piel y Escamas | UsamexOù les histoires vivent. Découvrez maintenant