CUARENTA Y
CUATRO
—Quiero dejar de sentir como si pecara con el simple hecho de amarte...
—¿No es eso lo que haces? ¿Sucumbir a una desgraciada tentación cada que mi boca toca la tuya y se roba gustosamente cada suspiro que te quita el aire y un trozo de tu alma? —La lengua ajena acaricia su cuello; la lenta y tortuosa caricia en ella que peina su pelaje. Sonic se obliga a sí mismo a no pronunciar demasiado... casi que nada aunque en su mente y en su pecho haya un ruido enorme que delata la forma en que él, aunque sea por dentro, acepta aquel trato consigo—, ¿que no es más delicioso saber que lo que te hago en esa cama es algo que a muchos espantaría? La forma en que te hago el amor, en como te abrazo y beso cada rincón para memorizarme y aprenderme bien dónde eres más sensible, dónde te hace desear más; el cómo simplemente tu alma se funde más con la mía incluso en momentos dónde leemos el mismo libro, abrazados, entre besos de vez en cuando que me saben a la mayor ambrosía que ningún dios ha llegado a probar...
—Shadow...
—¿Que no es mejor que me ames a mí y no a un alma cayendo en mentiras por un dizque sentimiento que tú no correspondes? Aquí, conmigo, eres tan mío como yo soy tuyo... y me vale un kilo de hectáreas de...
—Lenguaje...
—Hmp. Me interesa más saber que no tienes miedo de amarme así tanto como yo lo hago... querido Sunniel. Me interesa más saber que dejas de pensar en lo que otros pueden llegar a pensar de ti, porque aquí lo que importa es que esa preciosa sonrisa tuya siga en pie.
