Tarde de Siestas

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Persecución de nubes

[TARDE DE SIESTAS]

Los suspiros de cansancio disminuyeron en cuanto se sentó, las líneas rojas que cruzaban su cuerpo se empezaban a desvanecer y la adrenalina descendía de forma gradual. Guardó su espada en la funda a la vez que la dejaba a un lado de él y se echaba a los pies de un joven árbol. Su pelo verde se perdió entre la pradera ondeada de extremo a extremo.

—Fiuuu —respiró con cansancio—. Mucho entrenamiento por hoy...

Alzó sus manos con las palmas mirándolo, y las ampollas se hacían notar.

Se acomodó un poco para descansar y cerró los ojos.

—Solo será un rato —mintió antes de quedarse dormido durante varias horas.

Las nubes ya anaranjadas eran conducidas por el viento, hacia el horizonte en donde el sol se perdía bajo la tela de la lejanía. Unos cuantos slimes de hydro saltaban revoltosos sobre las agua de un río que había no muy lejos de allí. Tenía todavía el clima a su favor para seguir durmiendo hasta que le diese hambre o frío. Sin embargo, dejarlo en ese estado no era plan de un oji ámbar.

—Izuku —llamó mientras estaba parada en frente de él con las manos sobre las caderas—. Despierta.

El peli verde completamente dormido solo se giró medio cuerpo para acomodarse mejor.

—Hmmm —se arrodilló al lado del chico, y con dedo empezó a picarle la mejilla—. Despierta.

La insistencia despertaba de a poco a Izuku que con pesadez abrió los ojos y miró de reojo a la castaña que solo sonrió.

—Oh, hola Amber —saludó con simpleza y volvió a bajar los párpados—. Un momento... ¡¿Amber?!

Exaltado se levantó de su lugar y se alejó de la caballera exploradora. Sacudió la cabeza y se talló los ojos con una alta rapidez.

—¿De verdad eres tú? —interrogó viéndola de pies a cabeza.

—¡Ey! ¿Por qué dudas tanto? Estas en Mondstadt, y te recuerdo que soy la cabellera exploradora —desvío la mirada del chico fingiendo enojo—. Además, ¿por qué reaccionas así? Pareciera que te fuera a hacer daño.

—L-lo siento —se disculpó y se volvió a tirar al piso en donde se sentó—. Es solo que no esperaba que fuese a estar cerca de la playa... digo, pensé que solo te mantenías al tanto de lo que sucede más cerca de la ciudad.

—Normalmente sería así —dijo con sinceridad para luego sentarse al lado del chico—. Pero a veces hay que hacer excepciones cuando hay un viajero sospechoso —sonrió y miró al pa oso con ojos retadores.

—Auch.

—Es mi venganza —rio con dulzura y se acostó sobre la pasto—. ¿No te da miedo dormir tan cerca del borde de este risco?

One Shots Crónicas de Romances InesperadosWhere stories live. Discover now