Un viajero, y una princesa

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-¡Sayori! -gritó una mujer de avanzada edad, parada al pie de una elegante escalera en forma de espiral.
Casi al instante, una figura femenina hizo acto de presencia, empezó a bajar las escaleras con movimientos finos y delicados, su largo cabello rojo se mecía suavemente cuando bajaba cada escalón, tenía una expresión neutra, sus labios gruesos y suaves tenían un suave brillo, era el único maquillaje que siempre usaba, su vestido negro hacia resaltar su figura voluptuosa, era una mujer llamativa para cualquiera que la viera.

-Por fin llegas, mocosa. Date prisa, él está por llegar - Ordenó con seriedad la anciana empezando a caminar a lo que sería la sala de estar de esa enorme casa.

-Sí, abuela -respondió con calma la chica llamada Sayori caminando detrás de la anciana, sabía a qué se refería con "él", era su prometido, debía casarse con el hombre que iba a venir, aunque no quisiera, debía hacerlo, Sayori era la responsable de "salvar" la industria de sus padres, ellos habían muerto hace años, y ahora debía casarse con un hombre importante que tomaría la empresa.

La boda no sería hoy, probablemente en una o dos semanas, ese día solo iba a conocer a su futuro esposo, y él iba a asegurarse de que Sayori fuera apta para ser su esposa.

Sayori se sentó en uno de los suaves y cómodos muebles, esperando que entrara alguien por esa enorme puerta. Sinceramente, odiaba esperar, pero debía hacerlo si no quería que la anciana la golpeara, como tantas veces antes.

Largos minutos después, se escuchó algo de alboroto fuera, y seguido de eso entró a la sala un hombre alto, con cabello negro y ojos amarillos, su vista se dirigió con rapidez a la pelirroja, y se quedó allí unos segundos, contemplando la belleza y finura del rostro de su prometida, sus ojos dorados que combinaban a la perfección con su tono de cabello, esas pequeñas pecas adornando su nariz y sus mejillas, y cada facción de su cara, a sus ojos era perfecta.

-Sandaime-sama, bienvenido - Habló la anciana levantándose junto a Sayori en una señal de respeto hacia el Kazekage, las dos mujeres se inclinaron en una reverencia.

El hombre ignoró a la anciana y caminó a pasos rápidos hacia Sayori, ella apretó los labios, intimidada por la altura de su prometido.

-...¿Eres tú, mi prometida? -preguntó en un susurro agarrando las manos de la pelirroja - ¿La mujer que va a obedecerme, y darme hijos?.

Sayori solo pudo asentir lentamente, no tenía palabras, este hombre, maleducado e informal, iba a ser su esposo, nunca quiso casarse a su edad, menos con un tipo así. De pronto empezó a sentir que todos los pensamientos y emociones que había estado reprimiendo por años querían salir justo en ese momento, una mueca apareció en su rostro, separó sus manos de las del Kazekage, trataba de controlarse, pero, por más que lo intentó, no pudo evitar que unos hilos azules empezaran a salir de sus dedos.

-¡Mocosa, ¿Qué crees que haces?! -
Regañó la anciana al notar eso, pero Sayori no la escuchó, estaba muy alterada.

El cuerpo de la chica temblaba, y esos hilos seguían saliendo de sus dedos, ese era el poder que su padre le había heredado, ese era el poder que su abuela le había prohibido, porque las muñecas perfectas no pelean. Ese era su poder, no podía soportarlo más, no quería seguir más las órdenes de la anciana que había estado golpeándola y maltratandola por tantos años.

Ella retrocedió unos pasos, preparando sus hilos para atacar a la primera persona que se le atravesara, pero, la anciana se acercó en silencio y apretó las muñecas de su nieta.

Los hilos desparecieron de inmediato, y el pánico de Sayori volvió, se sintió estúpida por siquiera pensar en atacar a su abuela con guardias alrededor, y el mismo Kazekage frente a ella. Su mente estaba en conflicto, y justo cuando iba a disculparse de rodillas...

𝐴𝖐𝖆𝖙𝖘𝖚𝖐𝖎 [ꨄ︎] 𝙶𝚎𝚗𝚍𝚎𝚛𝚋𝚎𝚗𝚍Where stories live. Discover now