22: Cartas

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¡Hoy es mi cumpleaños! Es el primero que significa algo para mí, mi primer cumpleaños en el que me siento feliz con mi vida, en el que siento esperanzas. Percibo un sentimiento agridulce por saber que Sean no está aquí conmigo para celebrarlo, estoy segura de que en cuanto volvamos a vernos en persona recuperaremos todo el tiempo perdido y nos divertiremos como nunca. Por el momento tampoco me permite estar muy triste, ya que me ha enviado cartas y hermosos regalos por mi cumpleaños.

No esperaba recibir ningún regalo, supuso una placentera sorpresa la aparición de tres paquetes —uno grande y dos más pequeños— indicados con mi nombre como destinataria. Rompí con emoción el envoltorio del más grande, y me encontré con un precioso par de relucientes patines nuevos, de un amarillo tan vibrante que dañaba los ojos. No veo la hora de probarlos. Una tarjeta acompañaba al regalo, un trozo de cartón duro color rosado. En ella podía leerse:

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 “Para que flotes, para que vueles”

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Si antes no lo amaba, ahora definitivamente lo hago.

Los otros dos paquetes tenían una forma rectangular. Uno era de parte de Nora y contenía una libreta plagada de bellas ilustraciones, acompañada de un bolígrafo decorado con una elegante pluma de pavo real en el extremo, los brillantes azules y verdes refulgían en ella en delicada armonía. En la primera página Nora había escrito:

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Nunca olvides lo maravillosa que eres.

Te queremos.

Sean, Walter y Nora."

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Del otro paquete saqué un detallado marco de madera oscura tallada, desde el cual un adorable gato blanco me devolvió la mirada. Sony estaba creciendo, cada día más bonito que el anterior. Una nota cayó sobre la cama en cuanto le di la vuelta. En ella podía leerse:

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“Él también te extraña”

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No podía creerlo; no podía creer que había recibido regalos tan especiales de parte de personas tan especiales. Sí, habían gastado dinero en esos regalos, pero habían invertido algo más valioso también: tiempo. El tiempo es irrecuperable, y ellos decidieron sacrificarlo con el único propósito de hacerme llegar un trocito de sus almas, un objeto que me recuerde el amor que sienten por mí. Ellos ni siquiera sospechan lo mucho que yo los amo.

Al voltear la página un manojo de cartas escapó de él, atado con una delicada cinta de color turquesa. La desaté con cuidado y me encontré con todas las cartas que le había enviado a Mads durante su primer año en el instituto, pulcramente organizadas. Apoyé junto a mí el diario aún abierto mientras las revisaba.

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Querida Mads:

Sé que sólo ha pasado un día desde el comienzo de las clases, pero ya te echo de menos. Nunca había notado la cantidad de cretinos que asisten a nuestra —perdón, mi— escuela. Siento que tú eres la única que me entiende.

Todo Va A Estar Bien  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora