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Un chico pelinegro, de pelo bastante largo, con un corte Wolfcut, pero no tan deportivo. Cuando se acercó un poco más, pudo notar el colgante que colgaba de su oreja, parecía un hermoso diamante, pero no más hermoso que él. Sus ojos resaltaban con todo su rostro, incluso pudo notar que el chico estaba bastante maquillado. El traje le ajustaba, pero le quedaba genial, obviamente le hacía un poco de curvas al ser pegado a su cuerpo.
Tuvo que tragar saliva cuando le vió pasar junto a su mesa, y le guiñó el ojo. Al parecer había notado que le había estado mirando. La familia se había sentado justo frente a él, y solo pudo agradecer internamente. Los ojos suyos y los de ese chico no se despegaban, ni siquiera cuando bebían de sus copas de vino. Aquel pelinegro parecía estar provocándole con la mirada, y más de una vez le había guiñado el ojo, y sonriendo con coquetería.
¿Se atrevería a hablarle en algún momento de la noche?
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