"Viejos amigos, amantes imposibles"

305 20 13
                                    

Desperté con un dolor de cabeza inimaginable y fatiga excesiva. El cambio horario estaba matándome.

31 de diciembre.

Un nuevo año se acercaba. ¿Estaba emocionada al respecto? Ni un poco. Este año había sido fantástico para mí, su terminación podría marcar la llegada de algo mejor como de algo peor... Solo esperaba que sea la primera opción.

Me quité la pijama, colocándome un cómodo atuendo deportivo y, sobre él, mi campera más gruesa. El frío de la mañana era incomparable.

Bajé con el entusiasmo que me caracterizaba en las mañanas... Es decir, ninguno.

Al llegar a la cocina para poder prepararme el desayuno, alguien ya se me había adelantado.
Shōyō tenía unos shorts deportivos y unas calzas térmicas de ejercicio debajo de los mismos. Una sudadera gris completaba el atuendo, cubriendo con su capucha su distintivo cabello naranja.

-Buenos días.

Carraspeé acomodándome a su lado para poder tomar el café de la repisa, el cual estaba incómodamente alto para mí.

Solo un par de centímetros más y...

Calor. Calor corporal intenso y desconocido me inundaba desde atrás.

Una gran mano (en comparación con la mía) rodeó el tarro de vidrio y lo descendió hasta la mesada. Pese a haber terminado su cometido, no soltó el café ni la superficie de granito. Me tenía acorralada a la altura de las caderas sin posibilidad de escape.

Sentí su aliento cálido rozarme la piel del cuello, lo que hizo que de me erizara por completo. Shoyō respiraba pesado, como si hubiera corrido un maratón.

O como si hubiese tenido mucho sexo.

Probablemente era lo primero, más a esta hora de la mañana.

Decidí romper el silencio que él parecía no tener intención de interrumpir.

-Gracias por alcanzármelo, yo no pod..- Sentir el roce de su nariz en mi nuca y el beso húmedo en la piel descubierta detrás de mi oreja me detuvo en seco. Estaba pasmada.- Shoyō, ¿Qué mierda..?-

-¿Shoyō? Me ofende que no hayas notado que no era él pese a los muchos centímetros de diferencia que hay entre nosotros.

Esa voz tan particular, que se había vuelto más ronca con los años, acaparó toda la atención de mis sentidos. Conocía esa voz a la perfección, también ese perfume.

Joder, claro que lo conocía.
No sé cómo no lo noté antes.

Me giré sobre mi eje para finalmente toparme con esa sonrisa arrogante y esos cautivadores ojos miel.

-El maldito Atsumu Miya.-Me reí negando con la cabeza y a la vez que prácticamente me lanzaba en sus brazos, rodeando su cuello con los míos para poder estrujarlo en un fuerte abrazo.

No tardó ni un segundo en corresponder mi gesto, hundiendo su cabeza en el hueco existente entre mi cuello y hombro. Lo sentí inspirar; a Atsumu siempre le había gustado mi perfume.

-Hueles tan bien como siempre.

Nos separamos con suavidad, sin alejarnos demasiado el uno del otro.

-Sigo usando el mismo que tu me regalaste.

-Elegí bien.

Asentí acordando con él y le dediqué mi sonrisa más amplia y sincera.

-Te extrañé, Miya.
-Y yo a ti, pequeña _____. No tienes ni idea.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 11, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

"El hermano de mi mejor amiga" Hinata Shoyō Donde viven las historias. Descúbrelo ahora