Capítulo IV: D de Dulce

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Tocaron a la puerta mientras ella se encontraba sumergida en su tejido, la joven dejo aún lado la bufanda blanca que estaba tejiendo y con dificultad se puso de pie, tambaleo por un momento y siguió su camino mientras se apoyaba de la pared, un persistente golpe en la puerta la hizo sobresaltarse, sabía que era algo importante, por lo que siguió lo más rápido que podía, no obstante, al estar frente a la puerta, la joven sintió un fuerte dolor en el pecho, náuseas y mareos se apoderaron de ella, y esa horrible sensación de que de quedas sin aire pese a que respires rápido la aturdía aún más. Una tercera llamada la hicieron volver, la joven respiro hondo, y mientras se secaba el sudor de las manos, unas lágrimas se asomaron, entonces, abrió la puerta temiendo ver a un oficial que trajera una mala noticia, no obstante.

— Buenos días, carta para Mitsuri Kanroji.

Un joven cartero de cabello corto y ojos color cereza se mostraba ante la muchacha, quien al verlo sintió un gran alivio, no obstante, la angustia volvió a apoderarse de ella al ver el sello militar en la carta que el joven cartero le entregaba.

— Gra-gracias. — Exclamó la joven titubeando mientras sujetaba con ambas manos la carta.

— ¿Se encuentra bien? — Preguntó el cartero al ver los ojos llorosos y la piel pálida en la joven.

Kanroji respiró hondo, y dijo.

— Sí. — Dando unos pasos atrás y tomando la perilla de la puerta la joven se despidió del cartero—¸ Gracias.

Estando en la sala, la joven abrió el sobre con delicadeza sacando la carta con sus manos sudosas y temblorosas, cerró con firmeza los ojos y respiró hondo llenando los pulmones con aire, entonces pasó a leer la carta que le habían mandado.

***

Oculto en un túnel subterráneo junto con sus con los demás soldados, Iguro Obanai sufría de nuevo de su insomnio.

Sin poder conciliar el sueño, el joven se sentó apoyándose en la pared, entonces, a su lado se sentó uno de sus nuevos compañeros.

— ¿Sin poder dormir de nuevo? — Preguntó en fornido muchacho.

— Sí. — Dijo cabizbajo.

— ¿Qué eras antes de venir aquí? — Exclamó el muchacho mientras se acomodaba—, Lo pregunto porque no pareces militar, apuesto que eras oficinista.

— Profesor. — Iguro respondió mientras alzaba la mirada—, Era profesor de química, hace dos meses me reclutaron.

— Vaya, debemos de estar jodidos como para que hayan reclutado a un profesor. — El joven de cabello plateado metió su mano en la solapa y sacó una fotografía—, Mira—, Dijo mientras le mostraba la imagen al profesor—, Tengo tres pretendientes, sé que es poco honorable, pero bueno, no me importa, si ellas están de acuerdo, porque yo no, ¿Cierto? Y dime, ¿Alguien te espera en casa?

Iguro simplemente asintió.

— Ya veo, procura volver.

Dicho esto, el joven fornido se puso de pie y se retiró, dejando al joven profesor solo.

Al día siguiente, el comandante del pelotón le explicaba las estrategias que debían tomar en la batalla.

— Los estadounidenses nos superan en número. — Exclamó el comandante Gyomei—, pero nosotros tenemos la ventaja del terreno, además, ellos se llevan por las emociones— El corpulento hombre apuntó con su dedo la foto de unos militares los cuales traían una cruz roja en el casco—, por lo que primero deben matar a los enfermeros.

El amor y el sexo a lo largo del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora