Capítulo 4: Instintos inexplicables

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El tener que acostumbrarse a una nueva vida con los sentidos agudizados; aunque podía sonar genial para muchos, era una verdadera mierda. Al menos en esto coincidían tanto Severus como Sirius. El primero por tener que hacer un esfuerzo monumental para controlar sus emociones y el segundo porque prácticamente no podía estar en el mismo lugar que otros alfas sin sentir su cabeza hirviendo por las ganas de pelear.

Severus había vuelto a sus clases y agradeció profundamente los tres días de descanso que tuvo de los merodeadores; Black estaba en la enfermería y los otros tres estaban demasiado preocupados por su amigo como para molestarlo.

Fueron días tranquilos donde con ayuda de sus propios amigos, logró calmarse al menos lo suficiente para ya no tener ganas de llorar, gritar o de derrumbarse por la angustia que lo inundaba a cada hora del día. Jodido sentimentalismo; este nivel de sensibilidad era excesivo, maldita la hora en que se convirtió en un omega.

Pero todo lo bueno debe terminar en algún momento; al cuarto día Black ya estaba recuperado y más vanidoso de lo normal, proclamando a los cuatro vientos que era un alfa.

La mayoría de alumnos comenzaron a hacerle preguntas de cómo era el despertar, cómo se sentía y si en verdad podía oler las feromonas de los demás. El bruto inmaduro se vanaglorio por ser el centro de atención, hasta que un alumno de Ravenclaw se dio cuenta que él también había estado ausente por tres días y mucho antes que Black.

No tardó mucho tiempo para que todos supieran que él tuvo el primer despertar de su generación; ese mismo día, todos empezaron a hacer conjeturas y a preguntar cuál era su género, pero como no tenía ganas de dar a conocer ese detalle de su vida privada, se mantuvo en silencio para gran molestia de todos.

Los alumnos más grandes de Gryffindor aseguraron que debía de ser un beta porque no podían sentir un aroma particular en él... además de las feromonas de Lucius, claro está. Ese detalle le produjo un gran dolor de cabeza por todas las miradas malintencionadas que recibió.

Obviamente, nadie se arriesgó a decir algo en voz alta, no solo por miedo a que Lucius se enterara, sino también por Narcissa. La rubia aún no había tenido su despertar, pero era conocida en el colegio por ser aterradora cuando se enojaba, muy diferente a la naturaleza explosiva de Bellatrix y hasta del mismo Sirius, ella sonreía de una manera cuya expresión no llegaba a sus ojos y siendo envuelta por un aura fría que congelaba hasta los huesos.

No por primera vez en su vida, se alegró de tener a la rubia como amiga, porque sin ella, lo más probable era que terminara siendo abordado por alumnos desconocidos y cuyos comentarios maliciosos estarían destinados a criticar su "ambigua" relación con el heredero de los Malfoy. 

—Cissy— Llamó el menor de los Black, recibiendo un leve movimiento de cabeza de su prima, que significaba que le estaba escuchando — ¿Cuándo crees que vas a despertar? —

La contraria apretó ligeramente los labios para luego elevar los hombros de forma despreocupada.

—Cuando sea el momento, no estoy tan ansiosa por descubrir mi segundo género como el resto— Dijo simplemente y con un tono de voz ligeramente aburrido.

El día de hoy era particularmente soleado, Narcissa había insistido a sus amigos en que debían salir de las mazmorras para disfrutar del aire fresco. Contra las protestas de su amigo y primo, la joven se salió con la suya al arrastrarlos al patio trasero donde la sombra de un viejo árbol les dio la bienvenida.

A regañadientes, Regulus se acomodó en el suelo, usando el regazo de su prima como una almohada. Hizo una pequeña expresión de descontento porque Lucius se había salvado al ser llamado por el director, junto con Andromeda Black quien tambien era prefecta, para hablar del cuidado que debían de tener con los alumnos de quinto año.

FeromonasWhere stories live. Discover now